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En octubre arriban tradiciones arraigadas de celebración en torno a lo que si bien le tememos, también nos vemos atraídos por su misterio, el enigma que conlleva la sola palabra y pronunciación.

La muerte. Tan temida y poco ansiada y, a la vez, venerada y festejada. Los humanos somos seres polarizados; bien o mal, blanco o negro, felicidad o tristeza, amor o indiferencia y con el tema de la muerte no nos quedamos atrás.

Si le preguntamos a cualquier persona si ha pensado en su propia muerte podríamos meternos a terrenos empedrados que causen malestar al cuestionado, tal vez por miedo propio o por dejar a sus familiares solos, porque “es un tema del que no se habla” o simplemente por la incertidumbre que esta causa.

Nunca sabemos cuándo va a llegar, tal vez sea una muerte anunciada que te permite prepararte para la pérdida o tal vez sea una muerte sorpresiva e inesperada que deja patidifusos a todos los que rodean al acaecido. La realidad es que a la muerte le gusta llegar inadvertidamente, cuando menos lo pensemos, aunque estemos preparados, ahí está para darnos lo único seguro que tenemos en esta vida: un final.

Y nos concentramos en la pérdida, en la ausencia cuando en vida tuvimos, dimos e hicimos lo que teníamos que tener, dar y hacer. Nos pintamos una muerte terrorífica, vestida con trajes negros, sombría, triste. Por supuesto, quien no le temería a eso. ¿Y si en realidad ella fuera una amiga, un ser de luz que lo que en realidad hace es venir por nosotros para enseñarnos que lo bueno siempre tiene un fin y es mejor así?

Octubre; mes de brujas, monstruos, vampiros, costumbres “de fuera” que nos divierten y entretienen. Octubre, mes de costumbres, mes de celebración de vida y que forma más hermosa de celebrar una vida, sino recordando su muerte, lo que nos dejó para rememorarlo, el día que abandonó este plano terrenal, lo que nos regaló.

Una tradición muy mexicana y es por eso que es una de las celebraciones más querida por todos. Las catrinas, el pan de muerto, las flores, los altares, el papel picado dando alegría con sus colores. El día de muertos, fecha que se celebra y se enaltece a los que ya no están.

Fecha en el que dejamos de temerle a la muerte para abrazarla como parte de nuestra vida. Octubre; mes de los difuntos, porque dicen que recordar es volver a vivir. Octubre; mes en el que la muerte se mezcla con nosotros y dejamos de evitarla y la recibimos con bombo y platillo, le ofrecemos nuestros mejores platillos y le rendimos respeto.

Octubre es el mes en el que, sin duda, cumplimos lo que muchas veces dicen de nosotros: cualquier pretexto es bueno para hacer fiesta, hasta la muerte.

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