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Estamos a escasos días de que el año termine. 2024 será un recuerdo del pasado, así como el día de ayer. Lo vivido, lo evitado, lo aplazado, lo olvidado, todo ya será lo que quedo atrás. Pero todo lo que se queda atrás incluso las perdidas nos dejan una huella y una enseñanza.

El mes de diciembre es muy duro para las personas que perdieron a un ser querido. A veces el luto se extiende y nubla las fiestas decembrinas, las cuales se tornan en tristeza. Para otros el luto es diferente y diciembre se convierte en un mes de nostalgia por las personas que ya no pueden estar con nosotros. Pero poco se habla de las perdidas de seres queridos, que también conllevan un luto y que si podrían estar.

Nada pasa en esta vida sin una razón o motivo y eso tenemos que aprender a descifrarlo. Pero lo que a todos nos pasa son las perdidas de las amistades, esas que, aunque no murieron se van de nuestras vidas. Esas que dejan, si, un luto que pasar. Y que haya sido de manera paulatina o abrupta nos dejan con esa sensación de vacío hasta que el tiempo se encarga de llenarlo y convertirlo en solo un recuerdo.

Poco se habla del dolor que queda cuando las personas se bajan de nuestro tren de la vida. se van sin equipaje, nos dejan las vivencias, las risas y las lágrimas, nos dejan maletas llenas de conversaciones, de compañía. Pero en muchas otras también nos dejan maletas llenas de decepción, frustración, enojo, traición. Y nosotros tenemos que ver que hacer con cada maleta y guardar la que pese menos para continuar nuestro viaje.

La vida así es. Errática, sorpresiva, necia pero sabia. Te da cuando debes tenerlo y te lo quita cuando ya no. Nada ni nadie es permanente, todo es cíclico incluso las amistades y cuando entiendes esto entiendes que tú también has dejado maletas en trenes diversos y que todos estamos aquí para compartir historias, aunque no vidas enteras con los demás.

Dejar ir es lo difícil, ver para atrás y aceptar que debemos dejarlas partir es verdaderamente doloroso, pero es lo único que nos va a regalar la verdadera apreciación de lo que fue. Nos va a permitir apreciar el regalo que se nos otorgó y que así la amistad haya durado 15 años o 4, lo que dejó va a ser puro.

Poco se habla de esas pérdidas en las fiestas de fin de año, en las sobremesas, en las reuniones porque la persona sigue viva y a veces hablamos desde la victimización o el enojo y preferimos evitarlo. Poco se habla porque se minimiza la perdida de una amistad que duele igual que la muerte de un familiar, incluso a veces más.

Pero cada persona es igual de importante en nuestro tren de vida, y no debemos olvidar que nosotros también somos pasajeros.

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