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"Toda historia del sufrimiento grita venganza y llama al relato”, palabras de Paul Ricoeur, las cuales encontré naufragando en una lectura de la escritora francesa Michèle Petit, y esto es justo lo que hace la lectura. Darnos palabras o frases para elaborar o procesar lo que estamos viviendo, ya sea dolor, alegría, tristeza, decepción o frustración, etc. Es decir, nos invita al contacto con nuestra historia personal y con nuestras emociones. No sólo leemos con la mente, leemos con todo nuestro ser.

Cuando somos valientes de aceptar el reflejo de las letras, entonces la lectura ha cumplido su cometido. Quizá de esta manera encontremos un alto sentido a leer, hallando en ella un antídoto ante la vida, y es entonces que necesitamos de ella, llevándonos a ese encuentro cada día.

Poder encontrarte en las letras, identificarte y descubrirte como si fuera un espejo, el cual nos lleva a poder reconocer y nombrar diversos aspectos de una misma o ciertas situaciones que vivimos. Ante ello, Irene Vallejo nos dice que: “a veces encontramos en una página, prodigiosamente transparentes, ideas y sentimientos que en nosotros eran confusos, y así el oficio de vivir resulta menos caótico”. Es decir, la lectura nos aporta claridad y perspectiva ante la vida y muchas veces nos puede brindar la compañía, empatía o compasión que necesitamos, volviéndose un refugio frente a las tormentas.

Michèle Petit dice que la lectura de obras literarias es un espacio íntimo y psíquico, un encuentro con la identidad e individualidad, con un valor terapéutico, porque quizás en los personajes podemos encontrar nuestras propias historias que llegan a revelar verdades profundas que han sido ignoradas u olvidadas, de ahí que afirme que: “la lectura tiene que ver con la experiencia de la carencia y pérdida”.

La frase de Ricoeur vino a explicarme que el sufrimiento y las experiencias adversas llegan a la vida por una razón, pero que también son material para escribir, narrar y contar. Acercarnos al relato, contar nuestras historias para acomodarlas, soltarlas o remembrarlas. Considero que la lectura es un arma poderosa que va atravesándote, dejando pequeños hitos de manera inconsciente, y que de repente, cuando menos lo esperes, brota la frase o palabra, que viene a dar sentido y significado a algún momento o capítulo de tu vida.

Creo en la magia de los libros, en su poder transgresor y terapéutico de ordenar nuestros pensamientos, actualizar creencias o actitudes, de colocar las vivencias en el lugar que corresponden, de construir un espacio individual, seguro y autónomo, donde se puede encontrar la libertad de ser lo que realmente somos, una confrontación a lo que se es y desea ser, por lo que invita a la reinvención de sí mismos. Suficiente razón para volver a las páginas y contagiar a los más chicos.

Ante tiempos adversos o violentos, creemos el puente a la lectura, encontremos ese sentido que necesitamos, esa vitalidad que añoramos y esa paz que soñamos para construir un mundo más justo, empático y solidario.

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