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Me encuentro leyendo “El acoso Moral”, libro de la psiquiatra, psicoanalista y psicoterapeuta francesa Marie-France Hirigoyen, un tema que estaré investigando muy de cerca porque es una realidad más común de lo que parece, algo que viven muchísimas personas, sin embargo, como se trata de violencias sutiles, ocultas y silenciosas, cuesta identificarlas, y algo que no se reconoce no se puede nombrar.

En mi camino profesional me he encontrado con historias de mujeres que han sufrido de acoso moral por parte de sus parejas o ex parejas, o de abuso laboral, un tema que hay que poner sobre la mesa para que no quede impune. Y sobre todo para proteger a las víctimas de tan ruin abuso.

La autora francesa nos habla del maltrato psicológico, de la violencia indirecta o subterránea, de la manipulación, perversidad, humillación, abuso y el ensañamiento del agresor sobre la víctima. Palabras o acciones aparentemente anodinas (porque no dejan un sólo rastro físico de violencia), pero que van desestabilizando la psique de la víctima, pues “lo que busca el perverso es la instrusión en el territorio psíquico del otro” hasta debilitarlo y anularlo.

Hirigoyen apunta la importancia de nombrar la manipulación perversa para identificar y establecer los límites necesarios. En palabras de la escritora: “se trata de una violencia probada, aunque se mantenga oculta, que tiende a atacar la identidad del otro y a privarlo de toda individualidad. Estamos ante un proceso real de destrucción moral que puede conducir a la enfermedad mental o al suicidio. Las cosas empiezan con un abuso de poder, siguen con un abuso narcisista y el otro pierde toda su autoestima”.

Los agresores con este perfil son denominados perversos narcisistas y tienen el objetivo de acorralar, desestabilizar, denigrar, humillar y manipular a su víctima, pues esto le produce un gran placer, es su alimento para subsistir. Son niños heridos que carecieron en la infancia de lo más elemental. De acuerdo con el DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales) este perfil está ubicado en el trastorno de la personalidad narcisista: “patrón dominante de grandeza y prepotencia, necesidad de poder, admiración y falta de empatía, explota las relaciones interpersonales para sus propios fines”, entre otros aspectos.

Hay que tener en cuenta que “tanta maldad sólo puede provenir de un gran sufrimiento. La perversidad no proviene de un trastorno psiquiátrico, sino de una fría racionalidad que se combina con la incapacidad de considerar a los demás como a seres humanos”, apunta Hirigoyen.

La autora también señala que: “la perversión es un mecanismo de defensa (contra la psicosis o depresión) del perverso, esto no lo excusa en absoluto. Los perversos son directamente peligrosos para sus víctimas, así como su círculo de relaciones, pues conducen a la gente a perder sus puntos de referencia”.

Las víctimas de acoso moral requieren de acompañamiento psicológico, así como de asesoría legal, el conocimiento siempre brinda fortaleza ante este tipo de vicisitudes, ya que fantasear con algún cambio de consciencia de la persona que agrede es ingenuo e irrisorio. Por lo tanto, “El acoso Moral”, de Hirigoyen, es una lectura obligada ante violencias y abusos narcisistas

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