Violencia encubierta o silenciosa

Arline Bojórquez: Violencia encubierta o silenciosa.

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En días pasados la Organización de las Naciones Unidas (ONU) conmemoró el Día Internacional de la No violencia, y en esta ocasión quisiera compartirles sobre la violencia denominada encubierta o silenciosa, que es igual de letal que la violencia física, pues el ataque va directamente a la psique, identidad y personalidad de las víctimas, causándoles una grave disonancia cognitiva que las puede llevar al suicidio. De ahí que yo considere que muchos de los suicidios que acontecen tienen autores intelectuales, que por lo general son parejas o ex parejas, o jefes en el ámbito laboral que acorralan y triangulan psíquicamente a la víctima, hasta que pierda sus puntos de referencia, desconectándola de su radar interior para ser una presa fácil de cazar, manipular, someter y dominar.

En la convivencia con nuestros pares, en el día a día, solemos normalizar ciertas actitudes, conductas y comportamientos, sin percatarnos de una nublada realidad. Es así como nuestras relaciones se van permeando de violencias insidiosas, sutiles, invisibles o subterráneas, pues se requiere de una gran observación para detectar este tipo de agresión, de ahí que se denominen violencias encubiertas o silenciosas, porque no hay huella física, ya que el ataque es mental, psicológico y emocional, como dice la psiquiatra y psicoterapeuta Marie-France Hirigoyen; lo que se busca es la intrusión en el territorio psíquico de la víctima, el cual es conducido magistral y estratégicamente por el agresor.

Hemos llegado al punto de normalizar este tipo de agresiones, llegando a formar parte de la cotidianeidad, y con ello se invisibiliza este tipo de violencias. Hace falta nombrarlas y difundirlas, pues estamos hablando de una perversión moral, de un acoso y maltrato psicológico. Pero ¿cómo percibir situaciones que ponen en riesgo nuestra integridad y dignidad tratándose de violencias ocultas y manipulaciones perversas? Porque como apunta Hirigoyen, no estamos acostumbrados a demandar la perversidad.

De acuerdo con la autora, un acto perverso son acciones hostiles o destructoras (evidentes u ocultas) que se ejecutan con frecuencia y repetición, en el cual no se tiene lugar al cuestionamiento: “un individuo perverso es permanentemente perverso, se encuentra fijado a ese modo de relación con la otra y no se pone así mismo en tela de juicio en ningún momento”. De esta manera, el agresor aprovecha el poder y dominio para responsabilizar y comprometer a la víctima de algo que él mismo realizó.

Un verdadero depredador siempre regresa por su presa, y justamente son ellas, las víctimas, quienes quedan al aire al no nombrar este tipo de agresiones, necesitamos de la palabra que coloque, que desenmascare, defina y describa lo que se vive en una relación donde, sutil y lentamente, acaban con una. Donde borran tu alegría, tu energía, tu luz, y de pronto te descubres en medio de la amargura, frustración y tristeza sin saber cómo has llegado ahí, únicamente con la certeza que has dejado de ser tú. Por ellas, por nuestras hermanas, primas, hijas, sobrinas, amigas,  nombremos las violencias que nos atraviesan.

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