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Hace años, después de una experiencia en los campos de concentración, de 1942 A 1945, Víctor Frankl escribió su libro “El hombre en busca de sentido”. No sólo logró sobrevivir, sino también ayudó a muchos de los que compartieron esa experiencia con él a salir adelante.

Explicaba que no importa lo que la vida te ofrezca como vivencia, porque eso no lo puedes modificar, lo que sí puedes cambiar es tu actitud ante lo que te sucede y lo que harás con esas experiencias. No puedes decidir qué cosas te suceden, pero puedes plantearte ¿qué hago ahora que esto pasó?

Nadie desea sufrir, pero ante las circunstancias que enfrentamos, que no podemos elegir, entonces somos nosotros los que podemos cambiar. Nosotros podemos elegir nuestra actitud, ante una experiencia dolorosa o difícil; podemos decidir crecer, salir de nuestra zona de confort y cambiar.

Buscar el sentido de tu vida ayuda a que vivas más pleno y también ayuda en el momento de tomar decisiones. Porque, no sé si es cierto que tomamos decisiones basados en lo que somos hoy, pero lo que sí es cierto es que las decisiones que tomemos hoy impactarán y formarán a la persona que seremos mañana.

Si tienes claro qué tipo de persona quieres ser y cuál es tu propósito, te será mas fácil tomar las decisiones que te acerquen a ello. Pero hablar del sentido de la vida nos puede parecer una misión muy grande o demasiado compromiso. Tal vez sea más fácil hablar de establecer metas.

Para todos ayuda fijarnos metas realistas, a corto plazo y elaborar calendarios. Lo primero es analizar nuestra vida y hacer un balance de lo obtenido hasta hoy; agradecer lo que tenemos y lo que somos. Hacer una evaluación realista del lugar en el que nos encontramos y de ahí comenzar a trabajar en las metas que nos gustaría alcanzar.

Sabemos que no es un objetivo inamovible, es un deseo, una ruta posible, una guía. Se han hecho estudios que indican que tener una meta nos ayuda, porque predispone a nuestro cerebro al cambio, a crear nuevos comportamientos y a encontrar las fuerzas para alcanzarlos.

Pero hay que tener en cuentas ciertas reglas básicas para comenzar a establecer nuestras metas y lograr que sean saludables. Es importante que sean claras, que no nos perdamos con lo que las rodea, que sean simples.

A partir de pensar en una o varias, es importante establecer compromisos, calendarizar nuestros esfuerzos. Entender que no se logra de un día para otro, se requerirá de planeación, paciencia, tiempo y tolerancia al cambio y a las circunstancias que nos rodeen en todo momento. Marca fechas de revisión en las que puedas ver cuál ha sido el avance y si se requiere un replanteamiento de objetivos o seguirás avanzando sobre la misma ruta y con el mismo plan.

Si tu meta requiere de grandes cambios, entiende que deberás tener paciencia contigo mismo, marca la importancia que este cambio tiene para ti y tu vida para que te sirva de motivación en tiempos difíciles; da un paso a la vez, cada día avanza un poco en el camino, felicítate por el avance y agradece la oportunidad de continuar en el camino.

Siempre sé flexible y adaptativo, no hay un sólo camino adecuado, hay muchas posibilidades para avanzar, si uno se cierra, encuentra nuevas rutas, nuevas formas. Concéntrate en lo que quieres, pero valora a cada paso del camino lo que tienes, lo que has conseguido. Siempre sé agradecido, confía en ti, escucha tu voz interior y no dejes que los estímulos externos la silencien.

Es un largo camino el que estás dispuesto a recorrer, así que nunca olvides poner en tu mochila fuerza de voluntad, motivación y tolerancia al cambio, pues te serán de mucha ayuda.

Tal vez pensar hoy en el sentido de tu vida es demasiado, pero si tienes una meta y caminas hacia ella, pronto lo sabrás en tu corazón y encontrarás la fuerza para vivir una vida con sentido.

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