Las emociones no son positivas o negativas

Aurora Álvarez de Vega: Las emociones no son positivas o negativas.

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Desde niños nos enseñaron a pensar que algunas de nuestras emociones no son buenas, crecimos creyendo que la envidia envenena nuestra alma, que el enojo no es correcto, pero al final para conocernos realmente a nosotros mismos debemos conocer todas las sensaciones que sentimos, debemos aceptarlas, asimilarlas y recibir el mensaje que nos presentan.

Nos enseñaron a ignorarlas, cuando en realidad debemos abrazarlas. No es cuestión de esconderlas tras un loco frenesí de redes sociales o de series de Netflix, con tal de no sentir. Hay que mirarlas, observarlas y buscar que es lo que nos están diciendo, que vinieron a enseñarnos. Es humano que miremos la vida de otras personas y deseemos lo que no tenemos, todos hemos deseado un trabajo más inspirador, un novio más romántico, y cuando no lo tenemos surge ese sentimiento de envidia hacia quien sí lo tiene. No es fácil mirar de frente a nuestras sombras y aceptar la lección que vienen a enseñarnos. Muchas veces al mirarnos ante el espejo, sin mascaras, nos da miedo, preferimos cerrar los ojos. Pero lo más importante es que esos sentimientos seguirán regresando hasta que logremos la aceptación. La aceptación de nuestra realidad y la aceptación de lo que sentimos.

La ira te muestra que sigues creyendo que puedes controlar al mundo. Y cuando no lo logras te molestas. La envidia te hace creer que quieres algo diferente a lo que tienes, en lugar de permitirte observar las bendiciones que te rodean.
El manejo adecuado de las emociones muchas veces no es tan sencillo, es un largo camino de inteligencia emocional que tenemos que recorrer, pero este camino empieza por mirarlas, por aceptarlas y tratar de entenderlas.

Aprender el lenguaje de las mociones y sus características nos pone en sintonía con nosotros mismos, y nos permite relacionarnos mejor con los demás. Nos permite mejorar nuestra capacidad de afrontarlas y de comunicarnos. Si podemos definir nuestras emociones, si las podemos identificar, nos será mas fácil asimilarlas, detenernos, escuchar nuestra voz interior hablar de ellas con los demás y entendernos mejor a nosotros mismos.

Para trabajar con nuestras emociones es necesario hacer un alto. Las emociones nos dan información valiosa de nuestro entorno y de nosotros mismos. Las emociones nos dan la energía para movernos, para salir de nuestra zona de confort y cambiar las cosas que no nos gusta, corregir el rumbo. La mayoría de las emociones consideradas negativas surgen cuando un límite nuestro ha sido traspasado, cuando una expectativa no ha sido cumplida, cuando hemos creído que podíamos controlar cosas que no podemos controlar. Casi siempre suceden, porque nos damos mucha importancia, sentimos que el mundo gira a nuestro rededor y que otras personas toman decisiones con el fin de herirnos o ignorarnos. En realidad, casi nunca tenemos la importancia que esperamos, las personas viven sus propias vidas y nosotros somos sólo un daño colateral.

Escuchemos nuestra voz interior, practiquemos lo que llaman mindfulness, que es vivir en el presente, darle importancia a la respiración, escuchar nuestros deseos más profundos, entender que somos parte de una sociedad, y que podemos encontrar mucho sentido y serenidad en ayudarnos unos a otros, utilicemos la fuerza de las emociones para lograr construir entre todos un mundo mejor, sin pretensiones y sin mascaras. Con aceptación profunda de lo que somos, una aceptación que salga del conocimiento y que nos permita crecer, madurar y mostrarnos tal cual somos.

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