Caboob, una explosión de vida

Carlos Evia Cervantes: Caboob, una explosión de vida.

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

El 16 de julio de 2016 el Grupo Espeleológico Ajau llegó a la gruta de Caboob, ubicada en la comisaría de Temozón, al norte de la ciudad de Mérida, con el objetivo de explorarla. Nos dividimos en dos grupos.

Cuando el primer grupo entró a la cueva cientos de golondrinas salieron de la misma. El segundo grupo se quedó muy cerca del acceso a la cueva y se percató que en la entrada de la cavidad crecieron tres grandes árboles: dos de álamo y uno de ramón.

Cuando entramos los del segundo grupo, recorrimos la cavidad en el sentido de las manecillas de reloj. El espacio principal de Caboob es una bóveda casi circular de unos 30 metros de diámetro y la altura del techo es aproximadamente de 3 metros. Al continuar con la exploración observamos muchos nidos de golondrinas incrustados en las paredes de la gruta. Estos nidos están hechos con lodo endurecido. Yo conté al menos 60 tan solo en la mitad de la bóveda y en la otra mitad, una cantidad similar. Por lo tanto, se puede aproximar que había al menos 120 nidos en toda la cavidad. En algunos de ellos, los que alcanzamos a examinar tenían uno o dos polluelos.

Más tarde nos metimos en un conducto muy estrecho que nos llevó a una galería de aproximadamente 7 metros de largo por 3 de ancho. En el techo y paredes había muchas raíces de los árboles que están arriba de la cueva y un cuerpo de agua lateral. En este sitio, en particular, había muchas hormigas.

Al continuar la exploración cruzamos otro cuerpo de agua de apenas 10 centímetros de profundidad y hallamos otra bóveda de unos 6 metros de largo por 3.5 de ancho y 1.5 de alto. Al revisar el suelo de esta bóveda vimos un sapo que nos pareció muy interesante, pues era color negro muy intenso y su piel era muy brillante. Además, sus ojos, que reflejaban nuestras luces, se veían blancos.

Descubrimos una roca como de 90 centímetros de altura, con la cara superior muy plana, parecía un asiento. Sobre esa roca había un pozo artesano, al parecer en desuso a través del cual entraba la luz exterior. Posteriormente encontramos una sección de la bóveda en donde se desarrollaba un laminado, es decir, un espacio amplio entre el techo y el suelo de escasos 80 centímetros de altura. A pesar de la consistencia lodosa del suelo avanzamos algunos metros hasta llegar a un recoveco poblado por una gran familia de murciélagos. En las paredes de casi toda la cueva había fósiles marinos, mientras que en el suelo vimos ejemplares de grillos y de ciempiés.

Fue sorprendente constatar el hecho que, en esta cueva tan cercana a Mérida, se manifestase esta explosión de vida.

Lo más leído

skeleton





skeleton