La vida ejemplar de San Benito

Carlos Evia Cervantes: La vida ejemplar de San Benito.

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Este santo nació en Nursia, Italia, en el año 480. Dado que sus padres eran ricos, lo enviaron a Roma para estudiar filosofía y letras. Nursia estaba muy cerca de Roma, con una población compuesta por cristianos fervorosos y otros muy relajados; también vivían allí paganos, ateos y toda clase de gente de diversos países y de variadas creencias. Así que Benito pensó que si permanecía allí podría llegar a ser un tremendo corrompido. Así lo afirmó Eliécer Sálesman, especialista en las biografías de los santos.

Benito fue a un sitio deshabitado llamado Subiaco, un lugar elevado y con cuevas. Un monje que vivía por los alrededores lo instruyó acerca de cómo ser buen religioso y le llevaba un pan cada día. Dejó crecer mucho su barba y cabellera, tanto que un día, unos pastores al encontrarlo creyeron que era una fiera. Pero al oírle hablar, se quedaron maravillados por los buenos consejos que sabía dar. Los pastores contaron la noticia y mucha gente empezó a visitarlo para escucharle.

Muchos hombres fueron a Subiaco para aprender de Benito. Dada su gran santidad, le rogaron que fuera el superior de todos ellos. El santo se resistía porque algunos eran rebeldes, pero finalmente aceptó. Cuando algunos de aquellos hombres se dieron cuenta de que Benito como superior era muy exigente y que no permitía vicios, planearon matarlo. Echaron un fuerte veneno en la copa de vino que él se iba a tomar. Cuando el santo le dio la bendición a la copa, ésta saltó por los aires hecha mil pedazos. Entonces se dio cuenta que su vida corría peligro entre aquellos hombres; renunció a su cargo y regresó a su gruta del Subiaco.

Al joven Benito le llegaron diversas tentaciones para caer en conductas impuras. Le atormentaba el recuerdo de cierta mujer que él conoció antes y sentía toda la fuerza de la pasión. Rezaba y le pedía ayuda al cielo. Cuando un día sintió que ya iba a ceder, se lanzó contra un matorral lleno de punzantes espinas y se revolcó allí hasta que todo su cuerpo quedó lastimado. Al curar las lesiones corporales sanaban también las heridas de su alma y la tentación impura se alejó de él.

Más adelante, con unos discípulos que le habían sido siempre fieles se dirigió a una montaña escarpada, llamado Monte Casino. Allá construyó el convento y fundó su célebre Comunidad de Benedictinos que ha sido famosa durante siglos.

Benito dedicaba muchas horas al trabajo manual para ser útil a la sociedad; decía que era un modo de imitar a Jesucristo, quien fue un gran trabajador, y es también un método muy bueno para alejar tentaciones. Jamás comía carne y su trato con todos fue extremadamente amable y bien educado. Murió el 31 de marzo del año 547.

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