La mina de Hallstatt
Carlos Evia Cervantes: La mina de Hallstatt.
Alrededor de 300 años antes de nuestra era, los celtas establecieron comunidades en el valle elevado de Hallstatt, en Austria, al pie de los Alpes orientales. El interés por esta región fue la sal que yace cerca de la superficie. Desde aquellos tiempos se sabía que este mineral es esencial para humanos y animales. También se usaba para sazonar la comida, conservar la carne y curtir cuero. A través del río Salzach se transportaba este producto a los mercados. Así lo escribió Siebo Hienken.
La actividad minera enfocada en la sal requirió muchos obreros y dependía de las inversiones que hacía la clase gobernante. Primero, había que encontrar depósitos de sal, luego excavar la roca creando pozos de 200 a 300 metros, los cuales se apuntalaban con maderos. A través de los mismos pozos se enviaban los suministros a los mineros y debían mantenerse bien ventilados, ya que el calor en el interior, iluminado por antorchas, era terrible. Los hombres utilizaban picos para extraer la sal, mientras que mujeres y niños sacaban los trozos a la superficie. Era un trabajo extenuante, pero así fue como Hallstatt y su región llegó a ser el centro productor de sal que abastecía a toda Europa Central.
Cuando exploraron el interior de la montaña, los arqueólogos encontraron zapatos de cordón que dejaron los celtas, confeccionados con cuero perfectamente preservados gracias a la sal. Durante las investigaciones hallaron excrementos humanos cuyo análisis químico reveló que los mineros comían leguminosas y cereales. Además, muchos de estos trabajadores estaban infestados de parásitos intestinales y del hígado. Pese a ello, algunos llegaban a cumplir 80 años. La extracción de la sal fue una ocupación que desempeñaban todos los miembros de la familia.
La producción de la sal impulsó el comercio y es muy probable que los mercaderes de esta región suministraran sal a Manching, en aquel entonces la mayor ciudad al norte de los Alpes y uno de los mejores ejemplos de los asentamientos celtas construidos en los siglos II y I a.C. En estos sitios se mezclaba la vida mundana y espiritual, dado que incluían viviendas, comercios y sitios religiosos.
Cuando el yacimiento de Hallstatt decayó los mineros se fueron a Dürrnberg, el cual ya era un yacimiento prehistórico de sal desde la Edad del Hierro. Gracias a esto se continuaron las tradiciones generadas en Hallstatt en torno al aprovechamiento de la sal. Este producto todavía importante en todo el mundo, concluye Siebo Hienken.
La ciudad y las minas de Hallstatt fueron declaradas en 1997 como parte del Patrimonio de la Humanidad por su historia y belleza. Con menos de 800 habitantes censados, recibe más de un millón de visitas al año. Según fuentes digitales, la presión turística es mayor en Hallstatt que en Venecia considerando su superficie y número de habitantes.