Los túneles de San Luis Potosí (I)
Carlos Evia Cervantes: Los túneles de San Luis Potosí (I).
Uno de los mitos más frecuentes en las ciudades del mundo es el que se refiere a la existencia de conductos subterráneos que comunican a lugares importantes de dichas urbes. Al respecto, Mariano Aguilar dice que el origen de los túneles de San Luis Potosí se pierde en la noche de los tiempos, pero la noción de su existencia se conserva en la tradición oral de sus habitantes. Así lo afirmó en su obra “Leyendas Potosinas”.
Hay diversas versiones con relación a la presencia de estos conductos, pues muchos aseguran que fueron hechos por los nativos prehispánicos por razones de estrategia de guerra con las tribus vecinas o quizá para protegerse de los animales salvajes. Otras fuentes indican que fueron construidos por los primeros clérigos que vinieron con los españoles a colonizar las tierras, ricas en minerales de oro y plata. Tanto progresó la minería en San Luis que se le agregó el nombre de Potosí, comparándolo con el famoso y rico Potosí de Bolivia.
Algunas opiniones aseguran que los famosos subterráneos fueron hechos por la naturaleza como sucede con las grutas. Que después fueron modificados y aprovechados por los indígenas y, posteriormente, por los religiosos. Lo cierto es que la red de túneles existe, dice Aguilar, y mide unos cuatrocientos kilómetros, proporcionando mucha comodidad a quienes en diversas épocas los utilizaron, aunque en muchas partes de la ciudad se han destruido.
Según Aguilar, existe un túnel de 80 kilómetros de longitud que va desde el Museo del Virreinato, situado en el centro de la ciudad, hasta el interior de la Iglesia del Carmen, levantada en la antigua hacienda “Pozo del Carmen”. Dice que a un lado del templo cae una corriente de agua que se adentra en un túnel, formando un río subterráneo que continúa por varios kilómetros. Los frailes carmelitas se trasladaban por este conducto, tanto de la hacienda a la ciudad, como en sentido inverso. En el interior de este famoso subterráneo se han descubierto tesoros, guardados allí por los mismos religiosos, o por gente que ocultó su riqueza para protegerla de posibles robos, afirmó el autor citado.
En el año de 1894, cuando se iniciaron los trabajos para la construcción del Teatro de la Paz, durante las excavaciones para la cimentación se descubrieron dos túneles, uno que iba con dirección al oriente, que atravesaba la Alameda, seguía por los llanos de Pasancola y se dirigía probablemente rumbo al cerro de San Pedro. Supuestamente había otro túnel que se dirigía al norte y llegaba al templo del Saucito. Sin embargo, los historiadores no avalan la existencia de los túneles y en las fuentes digitales se puede apreciar que no hay evidencias contundentes que confirmen la presencia de los subterráneos. Pero Mariano Aguilar presentó más datos que avivan la polémica. (Continuará).