Arte rupestre en la cueva de Altamira

Carlos Evia Cervantes: Arte rupestre en la cueva de Altamira.

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Hace 13 mil años la entrada de la cueva de Altamira, en la provincia de Santander, España, se derrumbó junto con los seis metros iniciales, y así quedó clausurado el sitio que los grupos humanos del periodo paleolítico habían utilizado como lugar de resguardo. Poco antes de ese suceso, los habitantes prehistóricos realizaron las últimas pinturas. Así lo escribió Francisco Manuel Rodríguez Mota.

Desde ese lejano acontecimiento no hubo presencia humana en el interior de la caverna, hasta su casual hallazgo en la segunda mitad del siglo XIX. En 1868, el cazador Modesto Cubillas encontró una grieta por la que se accedía a la gruta y años después se la mostró a Marcelino Sanz de Sautuola, quien era un licenciado en derecho y también estudioso de la historia regional y de las ciencias de la naturaleza. En 1879 Marcelino excavó en la zona próxima a la entrada; encontró útiles de piedra y hueso, entre otros vestigios.

Durante su labor, Sautuola era acompañado por su hija María de 5 años, y fue ella la primera persona que vio las figuras pintadas en el techo y dijo que eran bueyes. Sautuola quedó sorprendido, pues hasta entonces no se conocía nada igual. Inmediatamente se dio cuenta de la trascendencia de aquel descubrimiento y también de las dificultades que habrían de surgir para su aceptación y reconocimiento unánime. Allí había cerca de 30 grandes figuras de bovinos y otros animales, así como un sinnúmero de dibujos y grabados.

Al año siguiente, 1880, Sautuola publicó su libro “Breves apuntes sobre algunos objetos prehistóricos de la provincia de Santander”, obra en la que describía los útiles de piedra, de hueso, adornos, colorantes minerales y restos de alimentación. En el análisis de las pinturas identificó al extinto bisonte y otras especies. Sautuola dio a las imágenes y a sus autores un gran mérito artístico.

Marcelino asoció los pigmentos naturales del suelo con las pinturas de la caverna. Vinculó los objetos arqueológicos encontrados con los de otros yacimientos europeos. Relacionó los objetos del arte prehistórico elaborados sobre huesos con otros similares hallados en Francia. Para Sautuola no había duda: todos estos vestigios pertenecían al periodo paleolítico de la humanidad.

El descubrimiento fue tan sorprendente que provocó la desconfianza y el debate entre los estudiosos. Llegaron a sugerir que eran obras recientes de un pintor francés o del propio Sautuola. El evolucionismo predominante de la época conducía a pensar que los clanes antiguos no podían producir arte porque esta actividad era propia de la civilización; por lo tanto, debió aparecer en las últimas etapas del desarrollo humano y no en pueblos salvajes de la Edad de Piedra. Pero la validación de la autenticidad de las pinturas de Altamira fue total y unánime cuando se descubrieron muchas manifestaciones pictóricas similares en cuevas de Francia.

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