El arte rupestre en Lascaux (I)
Carlos Evia Cervantes: El arte rupestre en Lascaux (I)
En 1940, cuatro muchachos que vivían en Montignac, aldea en la región de Dordoña, Francia, descubrieron la gruta de Lascaux, en cuyo interior está plasmada una de las mejores galerías del arte rupestre mundial. Tiempo después la caverna fue declarada monumento nacional. Así lo publicaron Georges Carlier y Jacqueline Schalit.
En esta magnífica gruta se pueden observar pinturas de caballos, toros salvajes y cabras monteses, entremezclados con signos abstractos que pudieran ser los inicios de un lenguaje escrito. En otro lado se admira a un magnífico potro, varias cabras monteses y una manada de caballos salvajes. La antigüedad de estas pinturas fue estimada en 17,000 años.
Al terminar la Segunda Guerra Mundial, la autoridad encargada de Lascaux hizo las modificaciones necesarias para que la cueva pudiera recibir visitantes. Se construyó una escalera de piedra, se hicieron pisos de losas, se instaló una puerta de bronce y finalmente la cavidad se abrió al público en 1948. Las muchedumbres acudieron para visitar el lugar. En el verano de ese año, un promedio de 1,000 personas recorría diariamente las dos cámaras de 1,500 metros cúbicos.
Al paso de los años, la humedad y el bióxido de carbono que exhalaban las multitudes originaron la formación de ácido carbónico que corroía las paredes y la presencia de bacterias en el aire se elevó a un nivel muy alto. En 1959 se instaló un sistema de limpieza del aire. Luego, un nuevo estudio reveló que allí habían crecido algas que siguieron reproduciéndose, incluso cuando se clausuraron las grutas durante dos meses, en dos inviernos sucesivos. En marzo de 1963, André Malraux, ministro de Cultura de Francia, nombró una Comisión Científica para la Salvaguardia de Lascaux, que a la postre emitió un terrible veredicto: Lascaux tendría que clausurarse indefinidamente.
Tal anuncio consternó a todo el valle de Vézère, especialmente a los propietarios de hoteles, restaurantes y tiendas que vieron desplomarse sus expectativas, pues ya no tendrían las ganancias que generaban los 100 mil turistas quienes anualmente visitaban el lugar. Dos personas, simultáneamente, propusieron hacer una copia de la cueva: Gael de Guichen, ingeniero, quien se había dedicado a estudiar los problemas de la gruta, y Jacques Marsal, uno de los chicos que habían descubierto Lascaux, y que servía en ellas como guía. Ambos sabían que años atrás, el Instituto Nacional de Geografía (ING) de Francia, por encargo de la Comisión Científica para la Salvaguardia de Lascaux, había tomado una serie de fotografías que podían utilizarse como base y aplicar allí la fotogrametría esteroscópica, un avance técnico de la época que permitiría realizar una copia fiel de la gruta y de las pinturas. Después de los análisis necesarios, los científicos aprobaron la idea. Si el plan resultaba exitoso, el público podría seguir visitando Lascaux para admirar su espectacular arte prehistórico. (Continuará).