El arte rupestre en Lascaux (II)

Carlos Evia Cervantes: El arte rupestre en Lascaux (II).

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La cueva de Lascaux, descubierta en 1940 y abierta al público en 1948, se vio amenazada por la excesiva afluencia turística y las autoridades decidieron construir un duplicado de la cavidad. Así lo afirmaron Georges Carlier y Jacqueline Schalit.

En 1972, la Comisión Científica para la Salvaguardia de Lascaux encargó a Jean Vouvé, hidrogeólogo de la Universidad de Burdeos, localizar un lugar adecuado para el proyecto. Tras una exhaustiva exploración, Vouvé encontró el sitio ideal para el objetivo a solo 250 metros de la gruta original.

Los trabajos se iniciaron a principios de 1973. A la profundidad de 14 metros se levantaron los muros de hormigón, de 80 metros de longitud por 60 metros de anchura, que formarían el armazón de la caverna facsímil. Se edificaron dos cámaras, a las que se entraría por unas puertas herméticas, que funcionarían como doble compuerta neumática. En este recinto estaría la recepción y una exhibición fotográfica; posteriormente estaría la recién construida cámara de los toros y la galería principal.

El conde La Rochefoucauld, quien había donado el terreno donde se encuentra la cueva original al Departamento de Dordoña, organizó una empresa para financiar el proyecto. Además, empezó a buscar pintores y escultores que estuviesen dispuestos a realizar la tarea de reproducir las pinturas. El conde tuvo la buena suerte de reclutar a Monique Peytral, artista especializada en pintura rupestre, quien se había sentido muy motivada por las manifestaciones pictóricas de Lascaux durante una visita que hiciera con anterioridad. Peytral instaló su taller e invitó a trabajar al escultor Pierre Weber.

Durante las semanas que siguieron a la instalación de su taller, se dedicó, a la luz de una lámpara de minería, a estudiar las pinturas y hacer esbozos de ellas, así como a tomar muchas notas. Una escalera de espeleólogo y una cinta métrica de modista formaban parte del equipo de Monique. Las pinturas rupestres de Lascaux siguen contornos naturales de la roca y dan la impresión de que las imágenes están en movimiento. Para reproducir esa sensación de vida, era indispensable copiar el techo y paredes con absoluta precisión.

Antes de que Monique iniciara su labor los técnicos y escultores lograron reproducir en las paredes todos los detalles de la cavidad original. Cuando todo estuvo listo, la artista empezó a realizar los famosos dibujos. Al igual que los antepasados prehistóricos, Monique tomaba los pigmentos para sus colores de las canteras cercanas; quemaba enebro para obtener carbón y fabricaba sus pinceles con fibras vegetales. En ocasiones aplicaba el color con la yema del pulgar, o bien lo rociaba soplando por un tubo de bambú, a falta de los cuernos de reno que utilizaban sus predecesores.

En 1974, precisamente cuando todo parecía ir sobre ruedas, a la compañía que financiaba la obra se le agotaron los fondos. (Continuará)

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