Manifestaciones gráfico rupestres en Baja California Sur

Carlos Evia Cervantes: Manifestaciones gráfico rupestres en Baja California Sur.

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Aunque la antigüedad de las pinturas del estado mexicano de Baja California Sur no se conoce con precisión los arqueólogos tienen evidencias de que las cuevas donde están plasmadas fueron ocupadas por lo menos hace 3300 años. Así lo escribió María de la Luz Gutiérrez Martínez.

La información anterior lleva a la reflexión acerca del buen estado de conservación en que se encuentran ciertos paneles. La buena o mala preservación de las pinturas depende de tres aspectos básicos: la composición geológica de la roca,los efectos que han tenido los diversos agentes del medio ambiente y la técnica con la que fue hecha la pictografía. De acuerdo con la presencia y combinación de estas variables, es que se tendrá una buena, regular o mala preservación, señala Gutiérrez Martínez.

La autora menciona que los pintores autóctonos lograron la combinación ideal de los pigmentos minerales, los cuales se molían previamente en metates o morteros. Ya pulverizados se les agregaba un aglutinante para darles consistencia, facilitar su aplicación y estabilidad sobre la roca. La acertada preparación de esta receta fue lo que permitió su permanencia y, en muchos casos, la extraordinaria conservación del color.

El primer misionero jesuita en llegar a la región fue el padre José María Piccolo a fines de 1716. Aparte de la población original, dicho paraje era muy frecuentado por las bandas que deambulaban por toda el área, mismas que se reunían periódicamente en este sitio para la celebración de ceremonias y competencias. Años después, el 20 de enero de 1728, se fundó en este lugar la Misión de San Ignacio Kadakaamang, por los sacerdotes Juan Bautista Luyandó y Sebastián Sistiaga. Esta misión se ubicó en las inmediaciones del manantial que dio nombre a la localidad: Kadakaamang, que significa en lengua cochimí “arroyo de carrizal” confirmó Gutiérrez Martínez.

El origen de los trabajos de carácter antropológico en la península de Baja California Sur se remonta a finales del siglo XIX con las expediciones científicas emprendidas por los doctores Frederick Carel Ten Kate y León Diguet. Ambos investigadores sentaron los precedentes que colocaron a Baja California Sur como un área cultural de peculiar interés dadas las características emanadas de su propia peninsularidad. Entre éstas destaca el hallazgo de entierros humanos en cuevas localizadas en su extremo sur.

Gracias al estudio de los restos óseos encontrados en el área se logró definirla principal característica antropométrica como una particular forma de dolicocefalia, atributo físico que los vincula con los tipos humanos melanesios y con el ancestral tipo de Lagoa Santa en Brasil, en ese entonces el más antiguo de los grupos físicos paleoamericanos, concluye Gutiérrez Martínez.

La singularidad de las manifestaciones gráfico rupestres de la península de Baja California, permite ver el amplio panorama en cuanto al tamaño y estilo del arte rupestre en México.

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