Los subterráneos de París

Carlos Evia Cervantes: Los subterráneos de París.

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La capital de Francia, además de su fama e historia, tiene uno de los mayores subterráneos del mundo. Los túneles de esta ciudad surgieron desde los tiempos en los que la Roma imperial dominó la región. Las galerías se crearon cuando los romanos utilizaron el subsuelo como canteras que proporcionaron las piedras para construcción de los edificios parisinos desde aquellos tiempos. Así lo afirman Neal Shea y Stephen Álvarez.

Con el paso de los siglos, conforme la Lutecia romana se transformaba en París, los canteros profundizaron y ensancharon las excavaciones para obtener los materiales de los grandes edificios que ahora tiene la ciudad. Poco a poco y sin planeación alguna, los túneles formaron redes de galerías subterráneas. Al principio, las canteras se encontraban fuera de los límites de la ciudad, pero con su expansión, que duró incluso ya entrado el siglo XIX, algunas zonas urbanas quedaron asentadas directamente sobre los viejos conductos.

En este asombroso mundo subterráneo de 300 kilómetros de longitud y a 20 metros de profundidad, yacen los restos óseos de alrededor de seis millones de parisinos. Los esqueletos más antiguos tienen aproximadamente 1,200 años. Pero la mayoría son los exhumados de cementerios y que fueron colocados allí durante los siglos XVIII y XIX. También se han encontrado restos óseos que datan de la Revolución Francesa.

En diciembre de 1774, ocurrió el primer derrumbe arrastrando consigo casas y habitantes en la actual avenida Denfert-Rochereau. Luis XVI comisionó al arquitecto Charles Axel Guillaumot para explorar, estabilizar y cartografiar las canteras.

Posteriormente el citado monarca decidió clausurar y vaciar uno de los atiborrados cementerios de la ciudad y ordenó a Guillaumot que llevara los huesos a cualquier parte. En este proceso de reacomodo fue como las antiguas canteras parisinas tomaron el aspecto que hoy tienen las famosas catacumbas.

Durante la Segunda Guerra Mundial, la resistencia francesa se refugió en algunos de estos túneles. Por otra parte, los alemanes invasores aprovecharon algunas galerías para establecer sus búnkeres.

La mayor parte de las catacumbas ya ha sido topografiadas y los mapas originales de Guillaumot se han actualizado muchas veces.

Hace unas décadas un grupo jóvenes ciudadanos se internaban en los subterráneos para divertirse, drogarse y practicar algunas artes. Les llamaban los catáfilos.

Debido a esto, las autoridades prohibieron el ingreso en 1955. Afortunadamente una parte de las catacumbas está abierta al turismo y recibe unos 250,000 visitantes anualmente. La ciencia tiene su segmento en este submundo pues hoy día los arqueólogos estudian los restos óseos disponibles y eso permite saber las enfermedades que padecieron y los accidentes que tuvieron.

Los túneles de París son un magnífico ejemplo para entender cómo los seres humanos, durante toda su existencia, han utilizado los espacios subterráneos de acuerdo con sus necesidades e intereses según los cambios sociales a lo largo de la historia.

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