Las casas subterráneas de Nueva Esperanza

Carlos Evia Cervantes: Las casas subterráneas de Nueva Esperanza.

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La pobreza de las familias, la falta de hogares y el ingenio humano hizo que cien personas en Santander, España, invadieran un lugar llamado el Cerro de San Gregorio y luego se dieron a la tarea de cavar túneles y cuevas para construir allí sus hogares. Así lo publicó José Flores Muñoz.

En el sitio mencionado había una elevación con algunas cavernas abandonadas. Rogelio Fuentanarrosa, gallego de 65 años de edad, tuvo la audaz idea de ocupar una de esas grutas y establecer su vivienda. Dado que había otras cavidades en el cerro, pronto siguieron su ejemplo un poco más de cien personas que alquilaban departamentos carísimos y en pésimas condiciones.

Formaron una comunidad y durante nueve años la gente se dedicó a adecuar su pequeña caverna. Así que cada familia pudo disponer de una morada con sala, comedor, tres recámaras y un baño. Don Rogelio comentó que, al principio, la situación fue difícil pues entraban a las casas alacranes, serpientes, ratones, arañas, zorros, comadrejas incluso aves rapaces. Durante años lucharon contra ellos y finalmente ganaron la batalla pues dejaron de ingresar a sus casas.

En cierta ocasión, agentes del gobierno fueron a supervisar las condiciones de las cuevas, ya que existía el peligro de derrumbes, pero los habitantes de Nueva Esperanza pensaron que venían a sacarlos de sus casas. Así que se armaron con cuchillos y piedras pues estaban dispuestos a defender sus propiedades con su propia vida.

Afortunadamente los empleados del gobierno no venían a sacarlos, sino a ver el estado de las cuevas para apuntalarlas adecuadamente en donde hiciera falta. Los funcionarios quedaron maravillados ante estas obras insólitas y cumplieron con el motivo de su visita. Las casas de Nueva Esperanza quedaron muy seguras. Lo mejor vino después, ya que recibieron los títulos de propiedad y se convirtieron en dueños legítimos de sus cavernas.

La morfología del Cerro de San Gregorio permitió la existencia de cuatro niveles habitacionales que fueron ocupados por las familias y ahora viven cómodamente. Por arriba existen multitud de agujeros que funcionan como respiraderos y ventanas por donde entra el aire y la luz a las cuevas. En los días de lluvia, se colocan estratégicamente decenas de paraguas metálicos sobre dichos respiraderos y ventanas para evitar que el agua entre a las casas.

El gobierno les instaló drenaje, luz eléctrica y agua potable. Ahora muchos turistas llegan para conocer estas cuevas y se les recibe con los brazos abiertos, ya que se les vende planos de las cuevas, recuerdos, artesanías y comida. Este particular turismo genera muy buenos ingresos a toda la comunidad y además están muy orgullosos de mostrar el pueblo que ellos mismos construyeron, concluye Flores Muñoz.

Nueva Esperanza es una evidencia más de que la relación entre las sociedades humanas y las cuevas sigue vigente.

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