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El pasado febrero de este año, la editorial Anagrama, en su sección de Argumentos, puso a la venta en lengua castellana, el libro “La noche de Getsemaní”, del italiano, Massimo Recalcati. En esta obra, el escritor realizó, desde el psicoanálisis, una interpretación de lo que fue la experiencia humana de Jesús en Getsemaní.

Sabemos, por cultura general, pero también por la cultura católica predominante en el país, que Jesús, durante la noche de Getsemaní, fue traicionado por Judas, al venderlo por unas monedas con los romanos; pero, asimismo, por Pedro, que era su discípulo más leal. Racalcati escribe en la introducción: “En la noche de Getsemaní, Jesús se nos aparece en su más radical humanidad. En mayor grado incluso que en la crucifixión, esa noche habla de la finitud vulnerable de la vida de Cristo, habla de nosotros, de nuestra condición humana” (Pág. 9).

En esa noche histórica, el nazareno vive la experiencia de la traición y el abandono, y en ese sentido, esa noche no es la noche de Dios, sino la del hombre. En ella se consuma la verdadera pasión de Cristo, nos dice el escritor italiano. Es así que Jesús experimenta un doble abandono, primero el de sus discípulos, pero también el de su Padre, y el abandono de este último, a través de su silencio que no le evitó la caída y, posteriormente, la muerte.

El autor se pregunta, pero ¿por qué volver a la noche de Getsemaní? Y, en particular, ¿por qué lo hace un psicoanalista? El escritor milanés se responde: “la respuesta para mí está clara: porque a través de esta escena el texto bíblico nos habla radicalmente del hombre, toca lo esencial de su condición, de la condición ´sin Dios´ del hombre, su fragilidad, sus carencias, sus tormentos” (Pág. 11).

En ese sentido, la relación que Recalcati establece entre la experiencia de Jesús en Getsemaní y las experiencias cotidianas que nosotros vivimos a través de la traición de nuestros seres queridos o amigos, el abandono de nuestra pareja, o la tristeza por una enfermedad nuestra o de algún ser amado, el miedo que causa pensar en la muerte, son experiencias dolorosas o heridas que debemos de soportar por nuestra condición humana.

Sin embargo, así como pasamos por las horas oscuras de la noche, es decir, por el lado negativo de la existencia, también consta una esperanza o una luz para tratar de resolver de modo afirmativo, con el peso inevitable del dolor y la caída. Y es lo que Massimo define como la segunda plegaria de Jesús. En ese sentido, la noche de Getsemaní no sólo fue para Jesús el abandono absoluto y la traición, el silencio de Dios, y la captura, sino que también fue la noche de la plegaria.

Por medio de la plegaria, Jesús consigue encontrar un conducto que le permita atravesar esa noche oscura, y así entregarse a uno mismo, a su propio destino, a la Ley singular del propio deseo, nos dice Recalcati. Y es lo que el autor, en la práctica del psicoanálisis, trata de encontrar en sus pacientes que en los “momentos más difíciles y dolorosos puedan coincidir con el propio destino, tomar la decisión de entregarse a la propia historia, puesto que sólo mediante esta entrega podemos asumir que nuestra condición de carencia, no como aflicción sino como encuentro con lo que de verdad somos” (Págs. 11 y 12).

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