Un dulce sabor a azúcar
Carlos Luna: Un dulce sabor a azúcar.
El Centro Municipal de Educación en Nutrición y Diabetes (Cemanud) del DIF en Mérida se ha posicionado con el rol fundamental de guiar en la región sureste una estrategia que la pandemia no logró minimizar, por el contrario, cobró relevancia ante la crisis de salud por el síndrome metabólico –obesidad, diabetes, hipertensión- y por la solución que ha ofrecido en los últimos años basada en seis pasos para el control que ya son sinónimo de salvar vidas de las complicaciones asociadas al coronavirus.
Satanizada y temida, la condición de vivir cuidando los niveles de glucosa ya no es lo que antes se pensaba por falta de información y por mitos, gracias a la bandera erigida en el Cemanud, en alianza con otras instituciones, así como por el esfuerzo de organizaciones como el Club de Leones y del propio sector Salud con su Prevenimss: la educación.
Un curso de seis meses con 14 pláticas, talleres de cocina y ejercicio, chequeos de enfermería, análisis clínicos, psicología y consultas médicas mensuales, constituyen el programa integral “estrella” avalado por federaciones nacionales e internacionales de diabetes, y la propia Organización Mundial de la Salud, e impulsado personalmente por la “primera nutrióloga” de Mérida, Diana Castillo Laviada de Barrera Concha, presidenta del DIF municipal.
Actitud positiva, monitoreo constante, medicación, actividad física, prevención de riesgos y enfrentar los retos y crisis cotidianos, son los seis pasos para el control que permitieron a un paciente que fue diagnosticado con 10.6 de hemoglobina glucosilada llegar y mantenerse en los rangos de 5.1, lo que tendría un sujeto totalmente sano. Además, mejorar la alimentación y calidad de vida y decir adiós a los mitos sobre las condiciones de salud, fueron otros frutos de uno de los casos exitosos del Cemanud, donde un grupo de profesionales de varias ramas se encargan de enseñar a los pacientes a, por sí mismos, controlar su diabetes de por vida.
Ello permitió a este paciente enfrentar la pandemia con la confianza de evitar complicaciones gracias a su buen control, que no está basado en restricciones o tratamientos específicos sino en un diseño personal y adaptado muchas veces a las posibilidades de grupos vulnerables de la población meridana, sectores a los que precisamente se dirige el DIF.
A espaldas del Palacio Municipal de Mérida, en una bella casona, el Cemanud es un ejemplo de que destinar recursos a programas con seguimiento prolongado, pues incluye atención a egresados del “diplomado” , es necesario ante los pobres resultados de otros planes, cifras, informaciones y hasta mitos sobre esta extendida condición que ha cobrado muchas vidas sobre todo por ignorancia.
Llama la atención que desde una esfera municipal se promuevan los valores que invitan a muchos a vivir sanamente, con la revelación de que el azúcar no es una enemiga, por el contrario, bien administrada es la más dulce y mejor amiga de las células, las reinas de la vida, las abejas obreras del maravilloso cuerpo humano. Esta educación del Cemanud es una invitación a paladear la vida, tan dulce como el azúcar.