La interrupción global del Covid-19 brinda la oportunidad de volver a definir y calibrar la dirección y el discurso adoptados en las inversiones con el objetivo de prestar un mejor apoyo al cumplimiento con éxito de la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Por consiguiente, la Organización Mundial del Turismo ha determinado que las inversiones son una de sus prioridades clave para la recuperación y el crecimiento y el desarrollo futuros. La OMT destaca que es preciso contar con más inversiones y mejor orientadas, tanto las tradicionales como las no tradicionales, a las personas, el planeta y la prosperidad, para que pueda llevar a la práctica sus posibilidades de ofrecer oportunidades a las personas, crear resiliencia, acelerar las medidas climáticas, una mayor sostenibilidad para el planeta y aportar una prosperidad inclusiva en torno a los pilares de la innovación y el emprendimiento.

La OMT ha determinado que las inversiones son una prioridad que constituyen el puente entre sus estados miembros, los destinos, las empresas y los inversores, culminando en el Día Mundial del Turismo 2023, que será un llamamiento a la acción para que la comunidad internacional, los gobiernos, las instituciones financieras multilaterales, los asociados para el desarrollo y los inversores del sector privado se unan en torno a una nueva estrategia de inversiones.

La celebración de un Día Internacional del Turismo -el 27 de septiembre- pondrá de relieve la necesidad vital de invertir en proyectos que funcionen para las personas (invirtiendo en educación y aptitudes), el planeta (en infraestructuras sostenibles y acelerando la transformación verde) y la prosperidad (en innovación, tecnología y emprendimiento).

El turismo es uno de los principales empleadores del mundo. En 2019, el sector empleaba a una de cada 10 personas en todo el mundo y ha demostrado ser una herramienta de diversificación económica y un motor primordial de empleo con un efecto multiplicador en otros sectores que contribuyen al desarrollo rural.

En las zonas rurales puede beneficiar en particular a grupos desfavorecidos tradicionalmente, como las mujeres – que constituyen el 54% de los trabajadores del sector del turismo frente al 39% de la economía en su conjunto – los jóvenes y los pueblos indígenas. Asimismo, es un sector de acceso fácil para la micro y pequeña empresa y para los autónomos, que constituyen una parte considerable del sector y del emprendimiento a nivel de comunidad en general. Sin embargo, en los destinos emergentes, el 50% de los jóvenes no puede trabajar en el turismo debido a la falta de oportunidades, recursos o acceso a formación académica. Las oportunidades actuales de educación y formación, en las que se hace un gran hincapié en la gestión hotelera, están desequilibradas. Al mirar hacia el futuro, desde ahora hasta 2030 se precisará de millones de titulados en hostelería al año como trabajadores del turismo mundial y otros 800 mil puestos de trabajo anuales requerirán una formación profesional específica. Por estos motivos, tenemos que invertir en las personas, que son la base del turismo. Por ello, la OMT se dedica a empoderarlas y a dirigir las inversiones hacia el meollo de actuaciones futuras.