Experiencia en la educación artística

Cesia Rodríguez Medina: Experiencia en la educación artística.

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El ciclo escolar pasado tuve la fortuna de trabajar con un grupo de estudiantes normalistas de la especialidad en Educación Artística, desde el primer encuentro, los intercambios de ideas fueron valiosos y me hicieron reafirmar que se aprende enseñando, así mismo, me permitieron reflexionar diferentes aspectos relacionados con el significado y el valor de la enseñanza de las artes, que considero relevantes y ameritan el debate más allá de las aulas.

En una breve recapitulación de la enseñanza de las artes en la Educación Pública, se puede distinguir que, al igual que todo lo que comprende a la educación en general, ésta ha estado diseñada por las concepciones ideológicas de cada postura política en el poder, es decir, que podemos encontrar diferentes enfoques que se reflejan en los contenidos académicos y extracurriculares, hallando, sin embargo, no muchas propuestas. Por otro lado, la estructuración artística con fines hacía la escolarización en México está complejamente entretejida con diversas intenciones por ir progresivamente estableciendo la enseñanza de las artes en la educación, distingo someramente las etapas o hechos relevantes a partir del periodo virreinal, con esto hago un paréntesis, para agregar que no es que antes no existiese, sino que sería abarcar un tema más allá de la concepción predominante occidental que tenemos sobre el arte y sus implicaciones.

Algo que también deberíamos reaprender de esta etapa, retomando lo anterior, es que en México durante la colonia la única identificación sobre la educación artística se da a través de la enseñanza de la lengua española con una fuerte influencia religiosa, a partir de ahí, se destaca la creación en 1783 de la Academia de las Nobles Artes de San Carlos de la Nueva España, primer museo de arte en América Latina, fuente principal del impulso de las artes, luego en 1867 se establece la Ley Orgánica de la Instrucción Pública durante el gobierno de Benito Juárez, donde se incluyó la enseñanza de las bellas artes y también el programa de validación de las escuelas de artes, así mismo, en el porfiriato (1905) se crea la nueva Secretaría de la Instrucción Pública y Bellas Artes con una transición hacia el fomento de las artes y las ciencias que se consolidó con José Vasconcelos, a partir de ahí se destacan las misiones culturales, la extensión de las escuelas normales, la creación de escuelas artísticas públicas y privadas como una forma de fortalecerla, a todo esto le prosigue el periodo de reformas de la Educación Básica, en donde la enseñanza artística ha sufrido pocos cambios importantes, resumido únicamente en desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano.

Si bien la educación artística siempre fue considerada como un elemento indispensable en la formación de niñas, niños y adolescentes, su inserción ha quedado relegada, incluso, contrario al discurso institucional que la defiende, un claro ejemplo, es la carga horaria que se le ha asignado en los niveles de Educación Básica, siendo casi nulo en nivel medio superior, marginando su utilidad en la formación escolar, esto es importante para reconocer que se ha dado prioridad a otros campos de formación como matemáticas y lectura, por lo tanto, las artes deben recuperar su lugar fundamental para el desarrollo humano, habilidades que son indispensables para la vida que no podrán obtenerse a través de otras áreas académicas.

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