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La historia de la educación en México ha transitado por momentos relevantes y transformaciones sustantivas, pero, a su vez, también ha sido prueba de malogradas intervenciones, sin duda, esta acumulación de intenciones ha dado como resultado el sistema educativo que al día de hoy tenemos, distinguiendo en él todavía limitaciones y necesidades, podríamos decir que como cualquier otro, pero no, ¿qué podemos rescatar de nuestra educación que merezca el aplauso unísono de todos?, yo podría nombrar algunas, sin embargo, quedaría siempre alguien inconforme.

Por ejemplo, acaso alguien ahora contradiría que la creación de la Secretaría de Educación Pública fue un fracaso y no un hecho de justicia social, siendo esta iniciativa de José Vasconcelos y aprobada por unanimidad en la Cámara de Diputados; o la implementación de los libros de texto gratuitos; incluso, el establecimiento de la enseñanza laica y gratuita; ¿qué podría decirse del plan de once años implementado para rescatar a niños y niñas del abandono escolar?; así como de la campaña que emprendió Adolfo López Mateos para abatir el rezago educativo; o la creación de escuelas con el fin de alcanzar aceleradamente la cobertura nacional en sus distintos niveles. El historial es amplio, no cabe duda, de tal forma que no podemos negar el avance, a pesar de que el quehacer educativo siempre ha estado permeado por la vida política del país y sus representantes, siendo este elemento quizás su principal defecto, razón que ha permitido estar al margen de los aciertos y desaciertos de nuestros políticos.

Pero, así como reconocemos los logros, también identificamos medidas cuestionables, que se proyectaron a partir de la modernización de la educación, desarrollando una serie de ajustes estructurales, mismos que fueron acompañados de la modificación del modelo educativo en lo correspondiente a sus planes y programas de estudio, este proceso permite entrever lo que algunos académicos han nombrado “crisis del reformismo”, donde se identifican claramente las discontinuidades de un proyecto educativo a otro, resoluciones que no han hecho justicia a las desigualdades sistémicas y pedagógicas que aún persisten, esta forma reiterada ha perdido credibilidad y compromiso con la educación.

Es así como la Nueva Escuela Mexicana, propuesta de la actual administración federal, no está exenta de análisis, luego de que ante la cancelación de la reforma del 2013 planteara un nuevo proyecto del que ahora sólo conocemos someramente su programa sintético para la formación básica y la presentación resumida del Marco Curricular Común para el nivel Media Superior, situación que preocupa al no generar certeza en la comunidad escolar sobre su implementación para este sexenio.

De manera que estamos ante la posibilidad de cambiar el rumbo y corregir aquello que no ha conseguido beneficiar al sistema educativo, esta realidad reclama consensar, dialogar y participar para romper la tendencia de prueba y error

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