Aulas que trascienden
Cesia S. Rodríguez Medina: Aulas que trascienden.
Es en el aula de clases donde surgen infinitas posibilidades de cambiar el mundo, cada acto por mínimo que parezca se convierte en un estímulo para el aprendizaje, o más bien, este es el fin de toda la acción magisterial. Sin embargo, algo muy importante es que su finalidad no puede ser aislada del espacio en el que conviven infantes y adolescentes. El aprendizaje tendrá eficacia si se transforma el aula como el centro de las experiencias más significativas, entendiendo que el ambiente físico es uno de los aspectos principales para lograrlo.
Siempre estuve convencida de que un profesor o profesora no puede abandonar el salón de clases sin haber incentivado la curiosidad y el interés por el aprendizaje, es un trabajo arduo porque involucra iniciativa, compromiso y responsabilidad, conlleva estrictamente lo que Paulo Freire explicó como: “la necesaria eticidad que connota expresivamente la naturaleza de la práctica educativa, en cuanto práctica formadora. Educadores y educandos no podemos, en verdad, escapar a la rigurosidad ética” (2017). Es decir, que debemos tener presente que todo acto tiene un impacto en la vida personal y social, el cual puede ser multidimensional, por lo tanto, esto implica reconstruir el sentido de corresponsabilidad para poder formar una sociedad más justa, convirtiendo en este caso el salón de clases como una oportunidad para alcanzarlo.
El aula física como actualmente la conocemos se ha transformado, hoy en día si tenemos suerte como escuela promedio en México podemos disfrutar de un espacio amplio, seguro, cómodo y ordenado, modera damente diferente a como fue su diseño o estructura hace más de un siglo en mobiliario y estilo, existe, empero otros contextos donde la modificación ha sido más visible, percibiéndose con mayor creatividad la modernización de las áreas de trabajo. Este cambio no es una consecuencia espontánea, sino que en ambos casos la modificación ha surgido como objeto necesario a la par de las transiciones pedagógicas y las nuevas metodologías educativas, que invitan a reorganizar y rediseñar lo tradicional, esto es; las aulas en fila mirando al frente, mismas que van quedando desfasadas de la educación actual, considero que resultan injustificables para las nuevas generaciones y sus necesidades.
Me sorprende saber que existen en otros países nuevos ordenamientos para las aulas, completamente fuera del interés y lógica de nuestro sistema educativo, como es el caso del modelo europeo de “Future Classroom Lab” (FCL), una alternativa como espacio didáctico, de flexibilidad y dotado de tecnología. En él los estudiantes reconocen sus habilidades y pueden potencializarlas desde la autonomía, reúne la dinámica más humana porque permite otro tipo de interacciones más horizontales y de cooperación, dividido en seis áreas donde el estudiantado puede investigar, interactuar, intercambiar, desarrollar proyectos, crear y hacer presentaciones, esta movilidad organizada favorece, sin duda, la mejora de habilidades y actitudes como bien se observa en sus resultados, pero claro es importante agregar que su efectividad no la hace el espacio, sino la forma en la que se interviene e interactúa.
Con este ejemplo señalo el valor fundamental que es tener espacios innovadores y estimulantes para los estudiantes, esenciales para enriquecer el aprendizaje, que si bien los recursos pueden no permitirlo, al menos hay mucho que hacer con lo poco que se dispone.