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Muchos de nuestros sueños fueron perseguidos durante siglos, callados u ocultados, sin embargo, dada algunas circunstancias, al final terminaron por persistir. Miles de mujeres conscientes de su condición permitieron que hoy, 8 de marzo, “Día Internacional de la Mujer”, sea un parteaguas transformador de la sociedad patriarcal, y es en este proceso donde se hace necesario reavivar aquellos sueños que pensamos que no eran para nosotras, que eran inalcanzables o que simplemente no éramos capaces de vislumbrar, cuando nos hicieron pensar que las barreras que crecieron alrededor de cada una de nosotras eran infranqueables, pero afortunadamente aprendimos a rasgarlas, a derribarlas con tenacidad, y descubriendo el valor que estuvo siempre ahí y que habíamos quizá olvidado, ahora nos sabemos soñadoras porque podemos, porque la historia nos lo ha comprobado.

Pero ¿qué soñamos las mujeres? Definitivamente no es convertirnos en un monstruoso insecto como le sucedió a Gregorio Samsa de Kakfa. Nuestros sueños son ahora reales, tangibles, son inquebrantables, porque si de algo estamos seguras es que no hay retroceso en este camino. Nuestros sueños se forjaron con la suma de los que privaron a nuestras ancestras, atesoramos tal vez inexplicablemente los anhelos milenarios, así reescribimos nuestros caminos desde el mosaico de nuestras intimidades, por eso sé que se avecina un mejor porvenir, porque seguimos soñando.

Ahora, platicando con algunas mujeres que me han compartido sus pensamientos, reitero que nuestra voluntad de hacer cumplir lo que imaginamos está al alcance, entre sueños y necesidades diversas pudimos conseguir mayor libertad, vencimos la exclusión laboral y política, exigimos educación y la obtuvimos, defendimos nuestros derechos, no callamos la violencia ejercida hacia nosotras, creamos la sororidad como un valor indispensable, nos protegimos, cuidamos nuestra salud, finalmente imbatibles nos acercamos a la igualdad de género, y aunque la lista es aún corta, estoy segura que otros sueños se siguen tejiendo en la mente de cada mujer.

Hemos cambiado la historia, no cabe duda, pero regreso a la pregunta, ¿qué soñamos? Soñamos todavía tener autonomía sobre nuestro cuerpo y a decidir sobre él, eliminar el miedo de que por el hecho de ser mujer puedan causarnos daño, ansiamos todavía justicia con perspectiva de género, también deseamos más y mejores oportunidades; por las que están en el campo, en la casa, en la escuela, en la oficina o en la fábrica, escribiría que también anhelamos ser científicas, presidentas, académicas, o simplemente tener al menos las opciones para decidir qué queremos ser, y es exactamente este punto donde emerge nuestra lucha por nuestros sueños, sólo déjenos ser y decidir, estoy segura que nuestras utopías son justas y caben todas y todos.

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