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Josué va camino a su casa, luego de una jornada escolar bastante fructífera. Tiene sueños en la mochila, le hacen compañía la mayor parte del tiempo, a excepción cuando debe ayudar a su padre a cortar leña en el monte.

Ahí sólo puede pensar en ser productivo, si se distrae, el señor le aplicará el famoso proverbio cristiano “la vara para la espalda de los necios”, aunque pocas veces lo ha hecho, porque Josué es bastante dócil y obediente, pero su imaginación infantil es traicionera y de repente se sale del huacal, tanto que en un santiamén ha descubierto que su machete se transformó en una espada de guerrero mexica, tiene en sus manos un macuahuitl, los árboles se han convertido en sus férreos enemigos, comienza a moverse con agilidad casi torpe, se arma una batalla campal que concluirá hasta la muerte, pero de repente siente algo caliente que lo bota al piso, el padre le ha propinado un trancazo para regresarlo a la realidad. Desilusionado ni siquiera intenta llorar porque le irá peor.

Josué se levanta para continuar cortando; luego de haber reunido una cantidad suficiente de palos, los ha juntando para poder facilitar la carga, los amarra y los sube a sus bicicletas. En un silencio sepulcral el padre y el hijo regresan a su casa.

Nada extraordinario puede suceder en la sierra, salvo con un conjunto de libritos infantiles que una maestra rural le ha prestado para incentivar su incipiente amor por la lectura. Papá y mamá no saben leer, no creen que sea algo útil para la vida fregada que llevan, así que constantemente lo interrumpen para ponerlo a hacer algo que le traiga algo “bueno” le dicen. Sin embargo, algo mágico e imbatible permanece en el espíritu de Josué. Durante la noche, y al vaivén de una luz de vela, repasa las líneas de las aventuras y desventuras de “Colmillo Blanco”. Lo está leyendo por tercera vez y sigue fascinado por la capacidad del animal, que ha tenido que sobrevivir a las tempestades.

Josué aún no sabe que este libro más adelante le hará comprender sobre la crueldad humana, el dominio del más fuerte, de la amistad y el valor de la lealtad. Hay otros libros en el rincón de la casa de Josué que servirán para encender la leña y que no podrán ser leídos ni siquiera una segunda vez, pero, no cabe duda, que el niño mirando la hoguera en la que se cocina su almuerzo, recordará todas las aventuras que pudo vivir con ellos, mientras escondido leía, porque es así como se entreteje el maravilloso y sinuoso camino de la lectura.

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