Pensar en el futuro de los estudiantes y en la función de la educación representa hoy en día una de las complejidades más imperantes que se discuten. Ver a miles de jóvenes de varios estados de la República Mexicana acudir al examen de selección de ingreso a las universidades y escuelas públicas de Nivel Superior es alentador, esto significa que la formación básica sigue impulsando que cada vez haya más profesionistas y que a su vez estos tengan oportunidades para alcanzar una vida digna y justa; como se reflejó en la tasa de absorción del 2022-2023, la cual aumentó en comparación con otros ciclos anteriores (SEP, 2024). El interés crece pese a las condiciones en las que aún se encuentra la Educación Superior en el país en cuanto al acceso y permanencia.

Por otro lado, los jóvenes se enfrentan, de igual forma, a un porvenir incierto, el futuro que se plantea para ellos es casi contradictorio para lo que tienen a su alcance, con esto me refiero a la oferta educativa disponible y asequible. Hace unos días mientras escuchaba una conferencia sobre profesiones STEAM (Ciencias, Tecnologías, Ingeniería, Arte y Matemáticas por sus siglas en inglés) la ponente mencionaba que era primordial que las profesiones se renovaran y ponía unos ejemplos preocupantes; qué será del periodista y del agente de viajes; con la tecnología la inteligencia artificial (IA) puede en segundos emitirnos un texto o lo que sería una nota periodística, a su vez, si vas a realizar un viaje “googleando” tienes a la mano toda la información disponible, o qué será de lo que se dedican al diseño gráfico cuando existen aplicaciones sencillas en las que cada usuario puede editar y manipular a su gusto creando una imagen con las características que necesita, incluso podemos ver prototipos de robots que podrán hacer diversos trabajos, como el caso del primer McDonalds que atiende en pantallas táctiles sin la necesidad de un cajero, o el Tesla Bot que realiza acciones de ingeniería mecánica en fábricas.

Sin duda, este panorama tecnológico pone en competencia al sistema educativo, que deberá renovarse para formar a los estudiantes no sólo para que adquieran las capacidades y los conocimientos para el futuro, sino también a adaptarse las condiciones laborales predominantes, ya que por el momento no se vislumbra que exista una resistencia ante el avance desenfrenado de la tecnología aplicada al campo laboral, sin embargo creo firmemente que ante estas circunstancias los jóvenes deben ir al centro de nuestras agendas futuras, y aunque así está contemplado en la agenda 2050 es importante tomar acciones presentes que permitan proveer a todas y todos de un futuro seguro.