De la pedagogía neoliberal a la pedagogía de la acción

Cesia S. Rodríguez Medina: De la pedagogía neoliberal a la pedagogía de la acción.

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La educación es un acto
de amor, por tanto, un acto
de valor.
Paulo Freire

Inicia un nuevo ciclo escolar quizá como muchos otros, sin embargo, este regreso viene acompañado del cierre sexenal del gobierno presidencial de Andrés Manuel López Obrador, y de alguna forma eso lo hace especial. No lo menciono tampoco por casualidad, sino porque resulta significativo que hace seis años también dio inicio con su mandato el proyecto transformador de la educación en nuestro país, a través de la implementación del modelo de la Nueva Escuela Mexicana (NEM) que, a pesar de los intentos fallidos de un grupo de mercenarios neoliberales que lucraron con la educación pública durante décadas, finalmente vimos concretarse en muchos aspectos la renovada pedagogía, y que aún sigue su curso.

Recordemos que una de las primeras acciones fue la eliminación de la reforma educativa de Enrique Peña Nieto, posteriormente dando lugar a una serie de actividades como el ejercicio dialógico con el magisterio para la construcción del currículo educativo, la elaboración de material educativo y la reestructuración de la evaluación docente. De esta manera, el camino de la transformación se fue instalando en la dinámica educativa, dejando atrás tiempos de simulación y superficialidades que tanto dañaron a la educación del país.

Por lo anterior, habría mucho que mencionar de lo positivo que como herencia de su gobierno nos deja el Presidente, pero si algo quisiera resaltar es la oportunidad que se dio con este modelo de apropiarnos de la posibilidad de cambiar la realidad, se abre un camino en manos de los agentes educativos para incidir en diferentes ámbitos de la sociedad de manera horizontal, a través de una visión humanista, poniendo al centro de toda la práctica pedagógica al estudiante y a la comunidad, ya no tenemos una pedagogía Frankestein, sino una educación popular que se construye desde la experiencia y el profesionalismo de las y los maestros.

Quedaron atrás los aparatos hegemónicos que imponían sus modelos descontextualizados e individualistas, y esperemos que así continúe. Ahora, sin duda, las escuelas podrán ser espacios abiertos a la diversidad, inclusivas y equitativas, creo que en este punto se hace tangible la idea que siempre tuvo el Presidente con la “revolución de las conciencias”, conciencias libres, críticas y propositivas, de esta forma no hay duda de que la educación retoma su protagonismo para lograr los cambios que tanto ansiamos, estamos en condiciones de lograr grandes cosas, y para las revoluciones no hay marcha atrás.

Y tal como dijo Marx Arriaga, director de materiales educativos de la SEP, “Aunque a la derecha le disguste, aunque a los empresarios que lucran con la educación les moleste, aunque a los sacerdotes les asuste, aunque a los intelectuales orgánicos de las disidencias magisteriales les cause envidia, hoy, México sufrió una transformación en su educación básica”.

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