“Hay hombres que luchan un día y son buenos; hay otros que luchan un año y son mejores; hay quienes luchan muchos años y son muy buenos; pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles”, escribió Bertolt Brecht. Sin duda, el presidente Andrés Manuel López Obrador se ha ganado este adjetivo, “imprescindible”, con todas sus connotaciones que integran el significado para aquellos que persistieron en la lucha social, que entregaron sangre y sudor, que no claudicaron ante las injusticias ni ante las amenazas del poder, que resistieron tiempos aciagos donde no veíamos un porvenir mejor, aquellos que con su vida nos enseñaron que de nada sirve el egoísmo, que estamos para servir a los demás, pero, sobre todo, nos enseñaron que es posible un mundo mejor, que las utopías son alcanzables, que se puede vencer al poder económico que tanto daño hace a la humanidad, que es posible en unidad poder convivir mejor, y que “por el bien de todos primero los pobres”. Este es el amor de los que han entregado su vida al servicio, como expresó el Che Guevara “...sean siempre, capaces de sentir en los más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario”.

Ahora de nuestro Presidente nos queda su ejemplo, sus convicciones, su necedad de luchar por la justicia, no titubear ante la lucha por erradicar la corrupción, y comprender como dijo muchas veces, limpiar desde arriba, para que los de abajo vivan mejor, habrá que ser consecuentes con cada uno de los valores e ideales que profesaba, sin duda deja una compleja labor para las y los que lo relevarán.

No tengo la menor duda de que millones de mexicanos anhelan que se quede, sin embargo, estos millones de mexicanos son congruentes y respetan la democracia, comprenden que la transición es saludable, y que el poder siempre residirá en el pueblo, como fue demostrado en las recientes elecciones, donde el 59% de mexicanas y mexicanos votaron por el segundo piso de la trasformación, y tendremos a la primera mujer Presidenta en la historia de nuestro país. Con esto inicia un nuevo periodo para México, no se sustituirá a nadie, pero queda un legado que cada gobernante sabrá cumplir; el deber de servir al pueblo.

Y por eso es importante no olvidar que el pueblo hizo historia con AMLO y que esta historia se escribe ahora desde abajo.