Un reencuentro con el magisterio
Cristóbal León Campos: Un reencuentro con el magisterio.
Hoy finaliza otro curso escolar, uno cargado de complejidades que dejaron huella en el quehacer del magisterio, debido a los resabios aún presentes de la pandemia de Covid-19 y las necesidades especificas que dejó, el reto de superar el retraso educativo y de retomar el cauce de la enseñanza obliga a todos los involucrados en el proceso de aprendizaje a reflexionar sobre lo vivido y lo que deseamos alcanzar en el ciclo que en pocas semanas iniciará.
En términos personales, este último semestre me ha significado el volver a encontrarme con apreciados docentes, de quienes en el día a día aprendo sobre valores, ética, historia, compromiso y vocación, conceptos que si los unimos pudieran servirnos para definir con claridad la razón del Ser docente, esa noble profesión que va mucho más allá de los planes de estudio y de las políticas en turno, ya que las acciones de las profesoras y profesores impactan en lo profundo de los educandos (de todos los niveles) e incluso de la sociedad, por ser el docente un sujeto transformador que representa, quiéralo o no, la vanguardia del conocimiento para la generaciones en plena formación.
Los meses pasados, recorriendo diversos rincones de la geografía estatal acompañado del equipo editorial de la gaceta Miradas al magisterio, atestiguan el reencuentro con esa especial esencia que distingue la vocación magisterial, conocer sus historias, escuchar de viva voz sus logros y sus dificultades en el campo educativo, es un real privilegio que, además, faculta a la reinterpretación de lo que hemos conocido hasta ahora. Son los docentes quienes hacen rodar la rueda del saber, es su ingenio, creatividad y resiliencia lo que mueve el interés de los alumnos y alumnas.
La Covid-19, que ahora vive su quinta ola, reflejó no únicamente las carencias del sistema educativo y la necesidad de una reforma pedagógica de raíz, vino de igual forma a dar luz al empeño, conciencia y vocación que caracteriza al magisterio yucateco, esto lo digo con conocimiento de causa, debido a que las historias de estos más de dos años de pandemia atestiguan el esfuerzo, incluso arriesgando la vida, de las y los docentes, pues si la vida se detuvo de alguna manera y se trasladó al mundo virtual, también continúo en el diario repensar de las formas de enseñanza, las cuatro paredes de los salones de clase, se convirtieron en escenarios intangibles donde la creatividad asumió la batuta.
La posibilidad de palpar en los centros educativos esa gran labor descrita nos ha llenado de satisfacción y gratitud, este recorrido –que apenas inicia- por los municipios de Yucatán y el diálogo directo con los y las docentes, quienes narran sus experiencias pedagógicas y humanas, nos enriquecen por los conocimientos compartidos y los ejemplos admirados, el magisterio es un gran movimiento sociocultural que se mantiene en renovación perpetua, su naturaleza es esa, la que surge de la riqueza cultural de la región y que se alimenta de la diversidad ideológica y cosmogónica que caracteriza al Mayab.
El cierre de otro ciclo escolar es motivo de celebración, pero al mismo tiempo refiere a la pronta puesta en práctica de nuevas estrategias y experiencias que confiamos poder conocer y divulgar mediante la humilde labor que desempeñamos, pues si algo nos nutre es el compromiso magisterial por mejorar nuestra realidad.