Gabriela Mistral y el grito nuestro

Cristóbal León Campos: Gabriela Mistral y el grito nuestro.

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En la obra de Gabriela Mistral la presencia de nuestra América es permanente, así como la opresión de la mujer ocupa ensayos, poemas, cartas y reflexiones, la situación de los pueblos indígenas es otro de los temas preferentes en sus escritos, afirmó con toda conciencia que: “Yo conservo el rencor de la conquista”. Durante su vida estudió la obra de José Martí, vinculándose con círculos intelectuales de Cuba, donde dictó en La Habana una serie de conferencias en las que expuso sus interpretaciones del pensamiento martiano. Al intelectual cubano dedicó importantes textos como los que se reúnen en el libro La lengua de Martí.

Continuadora de la obra martiana, escribió a favor de la conciencia latinoamericana y por la libertad e independencia de nuestros países, condenó las agresiones imperialistas de los Estados Unidos en Nicaragua, fue defensora de la causa sandinista. Mistral entona un grito fuerte y radical a favor de la autonomía, de la belleza y el autoconocimiento de los pueblos latinoamericanos, considera que son justamente los pobladores de estos países quienes deben aprender a quererse y a querer su suelo de origen, su deseo de unificar las patrias nuestras para establecer equilibrio en la región, tiene en la educación su herramienta más prodigiosa.

En 1922 publica en diferentes naciones, “El Grito”, un bello ensayo en el que plasma su amor y preocupación por nuestra América, piensa como Martí en la necesidad de que se enseñe la raíz de los pueblos nuestros, que se estudie la belleza de nuestras tierras y, para ello, llama a los maestros, artistas, periodistas e industriales a que se unan por la “¡América, América! ¡Todo por ella; porque nos vendrá de ella desdicha o bien!”.

En “El Grito” le escribe a los maestros diciéndoles: “enseña en tu clase el sueño de Bolívar, el vidente primero. Clávalo en el alma de tus discípulos con agudo garfio de convencimiento. Divulga la América […] No seas un ebrio de Europa, un embriagado de lo lejano, por lejano extraño, y además caduco, de hermosa caduquez fatal. Describe tu América. Haz amar la luminosa meseta mexicana, la verde estepa de Venezuela, la negra selva austral. Dilo todo de tu América; di cómo se canta en la pampa argentina, cómo se arranca la perla en el Caribe, cómo se puebla de blancos la Patagonia”. Su preocupación le hace ver en la enseñanza del niño la reivindicación de nuestros pueblos, la reconstrucción y recuperación de nuestra memoria para superar la condición excluidos de la propia realidad que día a día fraguamos.

En el mismo ensayo, párrafos más adelante, al referirse a los industriales, para despertar en ellos la conciencia ante la amenaza imperialista dice: “la América rubia que quiere vendérnoslo todo, poblarnos los campos y las ciudades de sus maquinarias, sus telas, hasta de lo que tenemos y no sabemos explotar”. Llama a la unidad, a la integración por la defensa de las naciones, cree fielmente en el ideario bolivariano que habrá de ayudar a que nuestra América construya un futuro libre y hermoso para todos sus pobladores. “¡América y sólo América! ¡Qué embriaguez semejante futuro, qué hermosura, qué reinado vasto para la libertad y las excelencias mayores!”.

Su grito sigue vigente, requiriendo de una praxis pedagógica que nutra las almas de los pobladores de nuestra América, reconociendo la grandeza que nos hace ser una parte fundamental de la humanidad.

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