Una efeméride para celebrar

Cristóbal León Campos: Una efeméride para celebrar.

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La reciente celebración del 212 aniversario del comienzo de la gesta independentista en México (1810) nos permite, en un marco de reflexión crítica, mirar algunas cuestiones impostergables a la hora de enseñar la historia de nuestra patria, o, mejor dicho, las historias de la muy diversa realidad nacional.

1. Aún ahora, en la tercera década del siglo XXI, seguimos observando que la enseñanza de la historia suele reducirse a la memorización de fechas y nombres, eliminando así la lógica secuencial de los procesos históricos que se concatenan, pues cada uno de ellos surge a raíz del otro, y, en este sentido, la Independencia no fue un proceso únicamente mexicano, sino que se suscribe a los anhelos de libertad que se expresaban a lo largo del continente americano bajo el dominio español, lo que significa que no debemos seguir analizando el acontecer regional como si se tratara de un “isla” desligada del entorno socio-económico y político-global, particularmente respecto a la realidad latinoamericana.

2. Todo proceso es realizado por diversos actores sociales, las independencias latinoamericanas responden a esta verdad, ya que si bien es cierto que por su posición en la estratificación colonial fueron los criollos quienes tuvieron acceso a información y recursos económicos por encima de otros sectores, esto no significa que los procesos de liberación fueran realizados únicamente por ellos, muy al contrario, sin la participación directa de los mestizos, los pobladores originarios y demás grupos sociales vilipendiados, no se hubiera alcanzado la emancipación, además, hay que hacer hincapié y revalorizar para reivindicar las aportaciones de las mujeres en dichos procesos emancipadores, ya que no se trata de personajes pasivos que únicamente cumplieron la función de acompañamiento, esta es una idea falsa que durante mucho tiempo se reprodujo, haciendo ver a la mujer, a los pobladores originarios y a los demás sectores como meros sujetos llevados por la marea.

3. Cuando se celebran las efemérides relativas al inicio del proceso independentista se exaltan nombres de personajes que sin duda fueron decisivos, sin embargo, al mismo tiempo se invisibiliza la participación de otros sujetos –mujeres y hombres-, cuyas aportaciones deben ser recuperadas y enseñadas como parte de las materias de historia nacional en los diversos niveles educativos. Por ello se requiere superar la idea de que la historia a enseñar es un sinfín de fechas y nombres, pues no se trata de enumerar por enumerar, sino que es importante desarrollar estrategias que concatenen a esos personajes con los procesos sociales y, al hacerlo, nos iremos dando cuenta de que no se trató de luchas individuales o de liderazgos cuasi mesiánicos, sino que el gran malestar social acumulado por siglos dio lugar a la gesta de nuevas naciones edificadas por la voluntad de miles de seres humanos.

4. La celebración del inicio de la Independencia de México ha sido una tradición que de manera colateral ha dejado de lado la conmemoración de la emancipación en términos reales, es decir, cuando festejamos el 15 y/o 16 de septiembre lo hacemos como si desde ese instante México como nación existiera, pero en realidad olvidamos la fecha real de esta conquista, que es el 27 de septiembre de 1821. Una efeméride que merece ser exaltada y que es tiempo de poner en los almanaques para su conocimiento y valoración por su importancia para nuestra patria. 

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