Otra vez la hoja en blanco
Cristóbal León Campos: Otra vez la hoja en blanco.
A todxs quienes escriben
Retadora y amenazante, pero a la vez cautivadora y excitante, otra vez estoy frente a la hoja en blanco. ¿Sobre qué tema escribir?, podría cuestionarme y la respuesta tomaría un sinfín de caminos para llevarme a diversos tópicos como: la guerra de reacomodo geopolítico de las grandes potencias que cumplirá un año próximamente; sobre el amor y sus formas no convencionales que se liberan de los estereotipos del llamado “deber ser” que la moral dominante ha impuesto y que revierten la lógica de comercialización del sentimiento más puro; sin duda, debiéramos dedicar algunas líneas al dolor por los fallecidos en Turquía y Siria tras el paso del sismo, mientras las bombas caen en países que se disputan territorios y se niegan unas a otras; o, sobre la migración y su dantesca tragedia que significa en el día a día para millones de seres humanos en el mundo, quienes buscan un lugar para vivir; quizás fuera mejor hablar de la agravada crisis sistémica que agudiza los padecimientos sociales, precariza la vida, sobreexplota a las y los trabajadores y niega su esencia con eufemismo de “modernidad y progreso”; aunque quizás, simplemente fuera aún mejor dejar en blanco la página y retirarnos a vivir la enajenación olvidándonos de todo y todxs.
Pero no, acá estamos otra vez, con el cansancio de los siglos y las tormentas de las pasiones, simplemente volviendo a vivir. Ella, orgullosa como es, me mira y pareciera burlarse, sabe lo complejo que es seguir a pesar de todo, cargando tras los hombros los fantasmas del pasado y llevando a un lado los imaginarios del porvenir, ese doble peso que nos aletarga y nos hace percibir el panorama mucho más complejo de lo que en realidad es. Y si lo anterior es real, ¿entonces sobre qué escribir?, podría ser respecto al hambre que deambula como alma transmutada en cuerpos de mujeres y hombres (infantes y adultos) que mendigan pidiendo ayuda para comprar un poco de pan; aunque pudiera de igual forma ser respecto a la violencia incrementada que se extiende en el país, cuyas formas van desde la agresión verbal (psicológica y emocional) a la más descarnada laceración como el asesinato y el feminicidio, además del crimen organizado; o mejor evocar la caída de los años en tiempos de frío, donde la risa y los deseos comienzan a desdibujarse con el mismo pincel que las trazó; aunque realmente, quizás fuera mejor sólo contemplar al vacío diluyéndonos como las olas en la mar.
No, no es fácil mirarla de frente, saber que ella desnuda nuestra alma y penetra más allá del subconsciente. Intimida, sí, lo sabe, pero es verdad también que el pacto intrínseco –entre la plenitud y el ser- que significa la escritura, cuando se ejerce, hace que esa intimidante imagen de pureza infranqueable se transforme en algo propio que refleja nuestra necesidad humana de comunicar, porque aquellas horas de penumbra a la “orilla de la nada” sirven al final como remembranza de lo que callamos, escribimos, e incluso, de lo que añoramos. Y así, queridxs lectorxs, otra vez estoy transitando por su textura, acariciando sus formas y reconociendo sus secretos, ya que a fin de cuentas la hoja en blanco nos permite ser y sentir lo que nosotros deseemos, solo basta seguir intentándolo a pesar de todo…