|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Las manos en el asfalto y las piernas al aire, quizás de cabeza el mundo sea un poco más justo, y no puedo evitar pensarlo así, cuando observo su sonrisa inocente y la serie de suertes y piruetas que en la avenida hace para que los transeúntes y los automovilistas nos sensibilicemos con un poco de ayuda.

En una esquina de la avenida, donde se unen las calles y el semáforo cuenta los instantes, se atestigua la necesidad en un rostro bañado de Sol. No creo que tenga más de 10 años, una infancia robada y arrojada a la indefensión en medio de un mundo ajeno e indiferente, pues los caminos de la trata de seres humanos rebasan la migración económica que a diario sacude las fronteras, no se trata de una estadística más ni de un error de sistema, es, más bien, el crudo reflejo del olvido normalizado en las sociedades modernas.

Sus pies han dejado de sentir el calor, está acostumbrado a caminar descalzo con la mano extendida, como buscando algo más que monedas, tal vez un poco de esperanza. Su mirada pareciera haberse perdido en ese instante cuando le fue robado el futuro y se le condenó a divagar como fantasma entre el asfalto y millones de almas que penan como la suya, aunque esas otras tengan a donde volver.

Es difícil imaginar su sentir, ¿cuántos gritos de ayuda habrá acallado por temor o ante la falta de perspectiva?, no lo sé, no hay ya forma de saberlo, el subconsciente encarcelará la angustia para seguir recorriendo las calles entre piruetas e inocencia, esa misma que le han querido robar.

El automóvil retoma su marcha y su figura se desdibuja, él queda ahí, en esa avenida que han recorrido tantos otros seres con la misma suerte. Antes de que su mirada se desvanezca por la nebulosa selva de las urbes actuales, puedo ver que no está solo, con él va un infante mucho menor, seguramente su familiar, pues es claro que el lenguaje mudo que usan para comunicarse los entrelaza, donde los roles del cuidado y el afecto son la única posesión que tienen, ya que nada les cubre del infortunio existir.

Es de considerarse que en tiempos donde se avecinan las promesas y los discursos de la política, no podamos aún solventar las necesidades básicas de la infancia, pues son las 1o de la mañana, y su derecho a la educación y al NO trabajo infantil quedan escritos en los manifiestos legales que seguimos sin poder traducir a la realidad. ¿Acaso los impuestos son el diezmo de la tragedia?

Escenas como la descrita abundan en esta urbe como en las de otras naciones, esa inoperancia en la búsqueda del bienestar humano nos sigue remarcando que las cosas las hemos entendido mal y/o que nos alejamos de aquello que decimos buscar para una mejor vida. No comprendo por qué la pobreza avanza y el hambre recorre las avenidas, si se dice trabajar para salvaguardar la existencia de quienes hoy poblamos el mundo y a favor de quienes vendrán tras de nosotros y nosotras.

Quizá, mientras vamos resolviendo estas y otras cuestiones, debamos poner el mundo de cabeza y reflexionarlo todo, quizá así podamos ir dando sentido a la sinrazón que hoy nos hace ver fantasmas de asfalto en las avenidas que nos juraron eran de armonía. Por ahora, repensemos nuestra humanidad… 

Lo más leído

skeleton





skeleton