Diversidad, un derecho inalienable
Cristóbal León Campos: Diversidad, un derecho inalienable.
Irónica realidad que se condena así misma al negarse, las leyes morales suelen ser cárceles más punitivas que las mismas penitencias físicas, ¿quién puede decir cómo se debe ser?, ¿por qué el ser humano debe regirse por moldes y esquemas prefigurados?, ¿acaso no la libertad es nuestro primer derecho? Hay en el prejuicio algo más que tradición, es tan grande su peso, que repercute en todos los ámbitos de la vida, la sociedad tiene marcadas las pautas que dicta, resulta inaudito para muchos concebir otras formas de ser, de pensar y de sentir fuera de los moldes que desde siglos arrastramos, admitir y valorar el derecho que cada uno tiene es una tarea de todos.
Nos hablan de amor desde niños y cuando amamos nos condicionan, crecemos escuchando las formas en que debe uno ser, se condiciona la libertad al generarnos ideas preconcebidas de qué es lo esperado de nosotros, roles construidos y socialmente reproducidos, siglos de coloniaje interno que atan la búsqueda de la realización individual y disipan el derecho a la diversidad, hay tantas formas que es imposible nombrarlas. Resulta irónico querer encerrar en moldes lo que siempre ha existido, lo diverso ha hecho que la sociedad avance, es muy simple, si todo fuera igual nada cambiaría, no avanzaría la ciencia ni el arte. La diversidad es tan antigua como el universo, elementos diferentes dieron forma al mundo en que vivimos, pensamientos desiguales se complementa para mirar con mayor profundidad un problema y, entonces, ¿por qué se le tiene tanto temor a lo diverso, a lo que no es como se ha dicho, a lo que no encaja en moldes o hace frente a los prejuicios?
Pensar diferente contribuye al avance, discrepar es un ejercicio irrenunciable cuando de nuestra dignidad se habla, seguir pretendiendo una uniformidad es irreal, el problema radica en muchos sentidos en la enseñanza que se nos imparte, no se genera un pensamiento crítico, no se posibilita someter a juicio todo lo establecido, se enseña a respetar y continuar con los esquemas establecidos, se olvida que todo cambia, que las ideas avanzan y se regeneran al mismo tiempo en que la sociedad va desarrollándose, se acartona el pensamiento, se enajena desde pequeños a los seres humanos, la educación juega un papel contradictorio, se dice que nos prepara para la vida, pero la realidad es que nos incapacita, pues la vida es todo menos un esquema rígido con soluciones simples. La existencia humana es absolutamente una complejidad universal.
El derecho del ser humano es inalienable, todos nacemos con derechos, ejercerlos es uno de ellos, poder decidir por sí mismo sus acciones y su camino, ser él quien pueda fijarse metas y sueños, luchar por alcanzarlos suena tan simple pero resulta tan difícil a veces. La regulación punitiva acompaña a la tradición, aquella que promete castigos para quien no se rija por ella, el miedo condiciona y controla. La libertad es evocada y aún no sabemos definirla, libre es en lo individual quien se valora, quien logra a pesar de los esquemas desarrollar su personalidad y carácter, quien sobrepasa barreras y avanza conforme sus ideas. La libertad es individual y colectiva al mismo tiempo, cada uno es inigualable y también somos una pequeña parte de un todo, la sociedad aglomera sus partículas y se constituye plural, así como exigimos para nosotros debemos de dar para los otros. Libres somos cuando avanzamos en el entendimiento veraz de nuestro valor heterogéneo y diverso. El derecho a lo diverso es humano, no hay humanidad sin diversidad.