La noche nos invita a bailar

Cristóbal León Campos: La noche nos invita a bailar.

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La noche nos condujo por la vereda del silencio, pies entre cenizas llagan la herejía, la piel desnuda bebe sin reparo del pudor de los imparciales, la noche invita a bailar, en la ciudad de la luz la pasión se respira, el vestido del orgullo se despoja de la vanidad, susurros, palabras y utopías, las manos abrazan la belleza del instante, ¿cómo dejar de sentir?, amargo néctar en los labios, la sonrisa anuncia el retorno, la pureza de los justos queda entredicha por el acto de nombrarse, unos pasos, unas rizas, la noche invita a bailar.

En un río desbocado la barca purga las almas, las señales del porvenir se leen entre sentidos, bailan las aves en las ramas altas del bosque, la impureza lujuriosa enraíza las creencias, otro mundo, otras tierras, los caminos que andamos siempre conducen a una nueva vereda, los pasos entre cenizas fortalecen la voluntad, ¿puede una proclama dictar las conductas?, bailan las sirenas frente al muelle, las copas convocan a callar, en la noche oscura nos habita el ser.

Límites que ensordecen, repican las campanas, buscan redención sin vida, vivir suele mirarse como imperfección, imperfectos andamos desnudos por la ciudad de la luz, el sentido llama a la caricia, ¿qué sabe el mudo de callar?, los muros caen y todo aquello que una vez retuvo el impulso queda impávido, el baile es imperfecto, pero es nuestro, la cadencia de la armonía lo hace aún más bello.

Manos entrelazadas, hacer de la vida una celebración es el paso justo de quienes han decidido caminar la vereda, cada herida encuentra sanación en las palabras que se dictan cuando escuchamos la razón del corazón, la noche invita a bailar, desnudos de los miedos danzamos en los parques y los templos, el jardín de la esperanza tiene entre sus flores aquellas cuya raíz crece anidándose a un costado, ese es el cultivo que fortifica a los seres humanos, la raíz de la esperanza es aquella que se alimenta de todo lo que una vez provocó temió. La noche está hecha para bailar, entre azoteas y tejados se transita lo empedrado de las calles en la ciudad de la luz, la luna atestigua lo que un día se creyó imposible, el reloj marca que ya es hora de vivir.

Compás de fuego, compás de lluvia, se humedece la mirada en la oscuridad, la noche invita a bailar, aquello que esperamos sólo llega cuando comenzamos a buscarlo de verdad, nada cae desde lo alto, los frutos del árbol de la vida se riegan con las acciones, cada gesto es un hecho, en lo oscuro de la noche simbolizan la salvación, la redención personal se alcanza cuando hacemos lo que en verdad deseamos sin prejuicios y ataduras, las alas desplegadas son el componente de la belleza interior, sin el vuelo las gaviotas no pueden pescar, nosotros, los seres humanos, no lograremos consumar los sentidos hasta que escuchemos esa voz que nos apasiona, la risa surge al sentirse el roce de los labios que besan la realidad.

Tiene la noche un sinfín de tonalidades, más oscuras, más claras, en lo denso de la danza sobresalen nuevas geografías que habrán de venir, otros mundos, nuevos sentimientos, palabras, siempre las palabras, algunos silencios y formas, la ciudad de la luz nos ofrece volver a vivir, en su seno encontramos aquello que llegamos a creer perdido, el sentido de la vida, el porqué de nuestro andar, las copas suenan, los besos curan, estamos vivimos, pues la noche nos invita a bailar. 

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