Sin simulación, no más machismo
Cristóbal León Campos: Sin simulación, no más machismo.
En los últimos días, de forma reiterada, he observado el incremento de la violencia contra la mujer desde sus diversas formas, ya sea violencia económica, física, emocional, psicológica, patrimonial y/o moral, etc., siendo, además, que en muchas ocasiones se utiliza a terceras personas para ejercerla, es decir, que el agresor o generador de violencia no únicamente la desarrolla directamente, sino que se vale de familiares, que pueden ser los hijos y/o hijas, hermanos(a) u otros individuos afines a quien recibe esa violencia, haciendo que las agresiones sean aún más dolorosas por la saña y la forma tan vil en que se realizan.
El incremento en los índices de feminicidio son señales a nivel macro de lo urgente que sigue siendo la deconstrucción de los hombres y la erradicación del machismo, al igual que la destrucción del patriarcado cuya lógica es injusta, desigual y violenta. Pero, así como a nivel macro la violencia contra la mujer se expresa con el feminicidio o las agresiones físicas, también es necesario seguir denunciado las formas del llamado micromachismo, mismas que están presentes en la cotidianeidad, manifestándose a veces de forma velada, por lo que no siempre se reconocen inmediatamente, pero su efecto a la larga es tan grave como el feminicidio, entre otras cosas porque es una forma de asesinar el ánimo y la autoestima de la mujer receptora de violencia y, además, es una estrategia de control ejercida por muchos hombres, mediante la cual mantienen bajo su dominio a la mujer violentada sin que necesariamente exista conciencia (por parte de la víctima, pues el agresor sabe muy bien lo que hace) de esta manipulación que, sin duda, es perversa.
En la gran mayoría de los casos de violencia contra la mujer esta es ejercida por algún hombre cercano a ella, sea un familiar directo (padre, tío, hermano) o, en gran medida, por su pareja o una ex pareja, que la violenta en muchas formas, desde la negación de sus derechos básicos como ser humano, hasta la agresión física que puede conllevar a la muerte, pues como se ha dicho hasta el cansancio por las colectivas feministas, el principal agresor de la mujer está en el hogar. Pero, de forma particular, hay que remarcar que las ex pajeras ejercen violencia vicaria a través de los hijos y/o hijas, utilizándolos para vengarse o para querer continuar ejerciendo control sobre la mujer a la que asumen como un objeto al cual creen poder violentar siempre.
Los avances que los feminismos han tenido en el reclamo de los derechos de la mujer, han logrado la existencia de leyes que buscan proteger su integridad (sin que esto deje de reconocer que aún falta mucho y que no siempre se alcanza la justicia), la ley contra la violencia vicaria es una de ellas, así como también las leyes generales que velan por una vida libre de violencia. La fuerza del feminismo ha ganado terreno para que la justicia llegue a un número significativo de las víctimas o mujeres receptoras de violencia, pero el camino es largo y los hombres no podemos ser espectadores sabiendo que el machismo y el patriarcado son injustos y de naturaleza inhumana.
A los hombres nos toca dejar la simulación de “no ser machistas” y comenzar la deconstrucción total, esto para ser más humanos y hacer realidad la erradicación de toda forma de violencia contra la mujer, y no se trata de discurso, se requieren hechos conscientes -como el fin del pacto patriarcal- a favor de un mundo mejor.