Sobrevivir, ¿a pesar de todo?
Cristóbal León Campos: Sobrevivir, ¿a pesar de todo?
Sobrevivir es una palabra habitual en nuestras sociedades castigadas por la crudeza de la realidad injusta y desigual, en la que sobrevivir se convierte en un hábito y casi un ritual en el que millones de seres humanos se ven obligados a encontrar formas diversas de hacer frente a las necesidades más urgentes, como son el hambre, la violencia estructural, la explotación, la discriminación y la injusticia como norma sistémica, y es que todas las necesidades mencionadas cobran una alta factura a diario, con cifras dolorosas de muertes en el mundo.
Pero ¿qué estamos dispuestos a hacer para sobrevivir?, a esta pregunta las respuestas encontrarán variables diversas dependiendo de lugar y las condiciones de vida a las que se enfrenten los seres humanos, pues aunque las necesidades urgentes ya mencionadas pueden encontrarse en todo el mundo, no hay duda de que existen lugares en los que su presencia extrema llega a niveles innombrables. Y esta ha sido a lo largo de la historia humana una de las razones de la existencia de la resistencia y la lucha al interior y exterior de los pueblos, ya que la injusticia tiene mil rostros avizorados con matices múltiples, pues no es lo mismo sobrevivir al genocidio que hoy comete Israel sobre Palestina, como en su momento hicieran los nazis sobre los judíos, a sobrevivir en los rincones más olvidados del planeta en los que hasta la fecha las palabras modernidad y progreso siguen siendo un eufemismo discursivo sin eco.
Y es que unos días atrás, pude ver la nueva versión cinematográfica de los trágicos sucesos que vivieron en 1972 los sobrevivientes del accidente de un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya que se estrelló en los Andes, cuando se dirigía a Chile. “La sociedad de la nieve” relata esos hechos, el sufrimiento, el temor, la incomprensión, las condiciones extremas que vivieron, la muerte, los procesos de duelo y de vida, así como algunas de las discusiones morales y éticas que debieron enfrentar para conservar lo mejor posible la salud física y mental, entre ellas el consumo de carne humana de sus compañeros y familiares fallecidos, algo que despierta el morbo, pero que nos puede ayudar a pensar en cómo el ser humano enfrenta siempre dilemas para conservar la vida y, en este caso, con base en un consenso establecido entre la necesidad y la aceptación de que no había otro camino, al final de cuentas, fueron esas decisiones colectivas las que les permitieron como grupo sobrevivir y convertirse en una sociedad, con sus normas y reglas establecidas.
Ante estas situaciones extremas, donde las condiciones de vida llamadas “normales” son suplantadas de forma violenta por otras, modificando el entorno de la vida y la manera en que nos relacionamos como seres humanos con nuestros semejantes, nos queda la posibilidad de reflexionar sobre esas adecuaciones sociales, morales y éticas que han tenido lugar en la historia en diversos contextos del mundo, siendo justamente esas adecuaciones las que en muchos casos han hecho que se renueven algunos valores y algunas formas de organización, o, en su caso, han conducido a movimientos sociales que han creado otras realidades tratando de superar las condiciones extremas que les dieron origen. Piénsese en los procesos emancipatorios y sus razones.
Y lejos de un juicio moral absurdo o una distorsión espiritual, quizás, por ahora, sólo nos quede preguntarnos ¿qué estaríamos dispuestos a hacer para sobrevivir en condiciones extremas semejantes?, la verdad, tal vez nunca lo sepamos…