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Cartas en la mesa, rosas blancas y rojas, el tiempo trascurre, la sonrisa contiene el aroma de los besos, cruz de piedra que atestigua, el silencio en la mente, la llovizna baña las heridas, ¿las heridas sanan como el viento?, la nada es el todo ahora, ¿cómo se vuelve vacío lo que sentimos tan lleno?, las canciones de ayer tocamos mañana para aferrarnos al presente, ¿qué sabe el recuerdo de la memoria si por siempre pensamos?, el tiempo es el continuo sonido de nuestros silencios.

En el café se busca la sonrisa, se bebe la ausencia, amarga la sonrisa no logra saciar las ansias de las manos mutuas, el sueño se posterga, despiertos es más fascinante el soñar, cigarrillos sueltos, tratamos de abrazar el recuerdo, las estrellas advierten otra larga noche de ausencias, silencio, la voz otorga aroma a los sentidos, solemos preguntarnos si nos recuerdan, lo fugaz que se tatúa en el alma para hacernos saber que la vida se escribe con letras de pasión en tiempo eterno.

Nostalgia sabor del presente, pensamos en el mañana con los ojos del ayer, a veces escribir es tan difícil, otra veces leer se convierte en el arte de la negación, las cartas en tinta negra parecieran sonreír, ¿qué sabe el viento del olvido si siempre nos trae recuerdos? Incierta la lectura del mensaje que se oculta detrás de la sonrisa.

Sabemos que vivimos porque soñamos, ¿cuántos sueños contiene una taza de café? En las cartas se dibujan las sonrisas, escuchamos el silencio como si fuera la voz de la añoranza, existen los sueños porque de ellos es la razón humana, en ellos se conjugan el desvelo y las pasiones desbocadas al alba, eterna tinta que se derrama sobre la mesa.

Adversa la marea regresa las barcas a la orilla, el oleaje del viento arrastra palabras, ¿quizás el mar se bebe a sí mismo?, ¿cómo hablar del todo cuando nada es lo que soñamos?, siempre somos sueños aunque parezca confuso, somos todo sin importar que parezca que nada somos, la sonrisa es una caricia del alma, la buscamos para que nos pueda hacer sentir en lo profundo de nuestro ser, somos y seremos como el viento, siempre nuevos, siempre iguales, ausentes y presentes, la vida se conjuga entre cartas.

Un momento en la mirada, los ojos son ventana y paraíso, la mañana es oportuna, la soledad se disipa cuando comenzamos a caminar, en las sonrisas está el aroma de las rosas, las tazas son como la memoria, resguardan los sabores y dan forma al contenido, las manos agitan las ganas, sabemos que el polvo del viento es el granito de los miedos, la noche nos habita a modo de recordatorio, sentimos, los sentidos se agudizan con los sorbos del café, los fantasmas bailan silenciosos buscando el ritmo de la eternidad. Nada puede detener la fuerza que agita las hojas, saber andar entre los gestos es un arte, el abrazo del sigilo convulsiona a la memoria, nuestras cartas siempre llevaron por mensaje la sonrisa de los sueños.

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