Memoria de lucha en Yucatán
Cristóbal León Campos: Memoria de lucha en Yucatán.
Inició febrero y se acerca otra efeméride muy importante para la memoria de la lucha de clases en Yucatán, ya que estamos a menos de dos semanas de que se cumplan 50 años del secuestro, tortura y asesinato de Efraín Calderón Lara, “El Charras”, quien fuera una víctima más de la guerra sucia en el México de los años setenta, y cuya historia, al igual que la del líder socialista Felipe Carrillo Puerto, es aún un pendiente de reivindicación total, sin manoseo oficialista y oportunismo coyuntural.
“El Charras” fue asesinado, la madrugada del 14 de febrero de 1974, por esbirros del Gobierno yucateco que en ese entonces era encabezado por Carlos Loret de Mola. Su muerte despertó a sectores importantes del pueblo yucateco que ya vivía una serie de reivindicaciones laborales de la clase obrera que, junto con estudiantes universitarios, normalistas y tecnológicos, había iniciado un movimiento de sindicalismo independiente para reclamar el reconocimiento legal y cumplimiento de sus derechos elementales establecidos en la Constitución mexicana.
Efraín Calderón se destacó como asesor legal de los sectores obreros en lucha, y su imagen de universitario comprometido prendió mecha por su ejemplo entre otros jóvenes que correspondieron al mandato fundacional de la Universidad (Uady), pues esa institución nació al calor del socialismo yucateco de Carrillo Puerto y se cimentó para generar bienestar social entre los desposeídos. El origen proletario de los movimientos y políticas, tanto de Felipe Carrillo como de Efraín Calderón, hermana sus historias y las suscribe en las páginas de la lucha de clases en Yucatán, México y América Latina, algo que con clara intención se ha querido borrar de la memoria a lo largo de estas décadas, y que ahora que se efectúan actos oficiales por el Centenario Luctuoso del “Mártir del Proletariado Nacional”, todavía hay quien trata de “blanquear” su política y ocultar su proyecto socialista de cambio radical para nuestra entidad, así como a “El Charras” se le quiere reducir a un simple asesor legal sin mayor formación política y sin una perspectiva clara de la lucha y las necesidades de la clase obrera.
Estas dos grandes luchas, una desde la búsqueda del poder y el establecimiento de un Estado socialista, y la otra por la vía independiente y la conformación de sindicatos que realmente respondieran a las necesidades y derechos de las y los trabajadores, son ejemplos para la sociedad mexicana actual, en la que los derechos laborales se pisotean y donde la precarización avanza a paso galopante, aunque arriba se tengan “otros datos”. No es por nada que hasta la fecha, a 100 años del asesinato de Felipe Carrillo Puerto y a media centuria del crimen contra Efraín Calderón, sus vidas, sus proyectos políticos, sus ideales, sus luchas y sus muertes no sean estudiadas como se requiere en la educación del Estado (incluso en la Universidad que tanto les debe), y que sus nombres sigan despertando escozor entre gobernantes y miembros de la burguesía, pues los intereses de estos grandes personajes estuvieron guiados por el sueño de una sociedad justa y equitativa, algo que hasta la fecha está alejado de la agenda pública del poder omnipresente.
La memoria de lucha de la clase obrera y los sectores populares de la sociedad integran la contrahistoria yucateca, que bajo una lógica diferente encuentra significado en la permanente búsqueda de una mejor realidad, sin explotados ni violencia sistémica que niega, oprime y busca que olvidemos, aunque esto último sea imposible…