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En el devenir de los días, a veces sin pensarlo, vamos dejando huellas en otros seres humanos, no siempre de la forma que quisiéramos, pues es innegable que el carácter perfectible que poseemos todas y todos nos lleva a equivocaciones y desfiguros, por decirlo de manera amable, pero también es una verdad que las huellas que dejamos ayudan a otros y otras a recorrer sus caminos de forma más amable, somos ejemplo –en ocasiones de lo que no debiera ser-, y de la misma forma otras personas impactan en nuestro ser, marcándonos con sus huellas; esos aprendizajes son los que nos hacen crecer, sin importar que al momento pudieran ser dolorosos o de gran júbilo, al fin de cuentas en la ecuación de la vida el aprendizaje es imperecedero.

En estas semanas, sobre todo en los últimos días, donde los papeles revolotean sobre el escritorio reclamando atención y distrayendo al mismo tiempo la mente, provocando una especie de revuelta mental que dificulta el avance en el quehacer, he recordado algunas vivencias que signaron mi camino, y sin que pudiera revelar su esencia, sí evoco la sombra que recorre por la noche de los días, ya que ella alimenta la esperanza de un día, al mirar atrás, poder saber que la huella que dejamos es fruto de alegría para otras y otros.

Asimismo, sin importar el tumulto del papeleo y las letras que se entrecruzan como compradores en tiempos de baratas a las puertas del comercio, me resulta necesario celebrar desde lo más profundo los logros que a mi lado se construyen, pues la obra de otros seres humanos nos fortalece cuando sabemos reconocer sus pasos y el esfuerzo puesto en la meta. Así, ayer llegó a mi mano una novela corta que será pronto presentada a la sociedad cultural de la entidad, y esperamos también de otras latitudes. Ágape (2024), de Karla Martínez Herrera, se dará a conocer el martes 12 de marzo, a las 20:00 horas, en el Stand de la Sedeculta, en el marco de la Filey 2024.

Esta novela es una invitación a un viaje acompañado de las vicisitudes de las relaciones humanas, o más específicamente desde la mirada de dos mujeres adolescentes, siendo que esta obra abre caminos para hablar y decir mucho más sobre el amor o los amores trágicos, un tema presente entre las preocupaciones de las nuevas generaciones que con su reconfiguración de las relaciones humanas traza líneas aún delgadas, pero reconfiguradoras de toda la sociedad.

Ágape se suma a las obras que nos permiten resquebrajar los moldes de sociedades anquilosadas en sus propias estructuras ya caducas, y también experimenta en la creación literaria, al valerse de recursos innovadores que nos transportan por una sinfonía mayor, pero que en sus apartados nos muestra las particularidades de esa historia urgente de contarse visibilizando al otro, otra, otrxs.

Siempre una nueva publicación es motivo de celebración, pues el esfuerzo de los escritores y escritoras muchas veces es infravalorado y sus obras quedan atrapadas en medio de una especie de amnesia social, pero cuando la novedad literaria viene de manos amigas, o mejor dicho de la pluma de una amiga, es todavía un mayor motivo de júbilo y aprendizaje. El alcanzar una meta tan soñada y poder acariciarla entre las manos con ese olor particular de los libros nuevos, es algo indescriptible que hoy me llena de mucha alegría y orgullo por la amistad compartida. ¡Felicidades querida Karla!, por Ágape, por lo que viene y por muchas obras futuras, pero sobre todo, por tu alegría y ganas de alcanzar los sueños. 

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