El General sigue siendo blanco de los opositores. Los privilegios (bien merecidos, ¡qué caray!) que altos mandos militares y navales tienen, difícilmente los alcanzan los servidores públicos civiles, a menos que, sobre la marcha, vayan haciendo el “guardadito” para cuando les toquen la retirada.

De ahí que, como se dice en la Marina, al General le “enfilaron la proa”. Inició con el caso Ayotzinapa, cuando le señalaron de intervenir en favor de un capitán. El Mando Supremo le dio el espaldarazo. Luego, los “guacamayos” sacaron a relucir su generosidad con los obsequios a funcionarios y subalternos, y periodistas, su gusto por relojes finos (nada se les escapa).

Después, el mes pasado destaparon sus costosos viajes de familia en Europa, volando en jet de casa (https://bit.ly/3LlTW2U). Los cuestionamientos fueron fuertes, pero más la defensa: “Es el querer manchar, porque cuando la calumnia no mancha, tizna. Son unos calumniadores y siempre han querido actuar así”, dijo el Presidente al argumentar que se trataba de un nuevo intento de golpear la credibilidad de su Gobierno, precisamente en las banderas de su gestión: austeridad republicana y combate a la corrupción. No recordó que, en febrero de 2019, había dicho que “el servidor público debe acostumbrarse a vivir en la justa medianía”.

Más aún, el Día del Ejército en 2019, en Saltillo, Coahuila, el Ejecutivo calificó al General como persona “incorruptible” y presumió que fue una buena decisión otorgarle la titularidad de la Sedena. Además, recalcó que en el Ejército, especialmente sus altos mandos, “no pertenecen a la oligarquía, no están involucrados en negocios que se hacen al amparo del poder público” y provienen de orígenes modestos, “son pueblo con uniforme”. 

Por si fuera poco, el 16 de octubre de 2020, al supervisar las obras del AIFA, el Comandante Supremo refrendó su confianza a los secretarios de Defensa y Marina, “por su probada lealtad y honestidad al pueblo y las instituciones del país”, y al año siguiente lo materializó al otorgarles a ambos la Medalla de la Honestidad en la conmemoración del CXI aniversario del inicio de la Revolución. ¿Que tienen sus diferencias, según “filtraron” de EU?, lo reconoció el Ejecutivo con la frase: “¿qué, no se pelean allá”? 

Pero le volvieron a fallar, pues lo del departamento en Huixquilucan caló más hondo en la opinión pública. Los medios nacionales han detallado la revelación de Mexicanos Contra la Corrupción e Impunidad y, más allá del conflicto de intereses (con la parte vendedora y con Banjercito), los analíticos se dieron cuenta de que, haciendo números, nomás “no cuadra la vaina con el marrazo”.

El silencio dice mucho, pero lejos está que el clarín le toque la retirada a un dragón como el General (ya lo ha sugerido la oposición) cuando se camina el último tramo para alcanzar la cabeza de playa, el fin del sexenio, y entonces sí, a disfrutar fuera del “campo de batalla” lo ganado. De hecho, ayer, le volvió a refrendar su confianza, a pesar de todo. Porque, se dirá: de qué sirve el poder si no es para poder tener. Y hay muchos familiares y funcionarios que no se acostumbran a vivir en esa “justa medianía”.

Anexo”1”

"Cuestión de principios”

En su conferencia matutina del 18 de febrero de, 2019, el Presidente dijo que, para que el país renazca es necesario erradicar la corrupción, que “la austeridad no es asunto administrativo, sino cuestión de principios” y que los servidores públicos deben acostumbrarse a “vivir en la justa medianía”, en alusión a Juárez.

En el discurso pronunciado por Benito Juárez cuando era gobernador de Oaxaca, ante la X Legislatura el 2 de julio de 1852, en el marco de la tercera transformación de la patria, expresó:“Bajo el sistema federativo los funcionarios públicos no pueden disponer de las rentas sin responsabilidad; no pueden gobernar a impulsos de una voluntad caprichosa, no deben improvisar fortunas, ni entregarse al ocio y a la disipación, sino consagrarse asiduamente al trabajo, resignándose a vivir en la honrosa medianía que proporciona la retribución que la ley haya señalado”.

Desde 2009, en el artículo 127 de la Constitución se establecieron varios principios aplicables a los servidores públicospara vivir sin lujos, sin corrupción y sin conflicto de intereses. Aunque, como varias normas, se sigue ignorando.