|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Dice la máxima que para ser hay que parecer. Y en política es condición sine qua non adoptar lenguaje, usos y costumbres de quienes viven de la “democracia”, es decir, los que ostentan o aspiran a un cargo, privilegio que les confiere temporalmente la ciudadanía. Esto es cíclico cada vez que se acerca un proceso electoral: aspirantes que se vuelven (o pretenden) ser empáticos, que se placean entre el pueblo, abrazan y besan a mujeres y ancianos, acarician niños, comen en alguna taquería, hacen obsequios y, sobre todo, muchas promesas; en suma, bajan a darse “baños de pueblo” para aterrizar el proyecto (su proyecto) que encabezan.

Casi siempre es así, pero de cuando en cuando nos sorprenden algunos con acciones inéditas, polémicas o hasta ridículas, según el ángulo que se les vea. La semana pasada vimos un ejemplo de esto cuando el diputado federal Rommel Pacheco difundió en sus redes sociales imágenes con elementos del Ejército y de la SSP, aparentemente participando en un operativo para buscar a “don Marcial”, desaparecido en el municipio de Tixkokob. Vestido con una camisola de camuflaje (no militar), el legislador (¿con licencia de la Sedena?) hizo patente su orgullo de “seguir siendo verde”. Hubo reacciones y reconocimiento a esa labor, pero…

La participación fue de unas cuantas horas, suficiente para la foto y selfis, porque al día siguiente el deportista continuó recorriendo varios municipios y el lunes ya estaba en la Cámara de Diputados, desde donde recordó las iniciativas promovidas, de las que presume ser el legislador de la entidad con más presentadas y aprobadas (y muchas pendientes, http://sil.gobernacion.gob.mx/), la mayoría relacionadas con su fuerte: el deporte.

Respecto a la búsqueda de “don Marcial”, es obvio que Pacheco Marrufo –quien recibe beca (así se considera el encuadre de deportistas en el Ejército y la Marina) como parte del servicio de Educación Física y Deportes de la Sedena– desconoce el P.S.O. (Procedimiento Sistemático de Operación) para esos casos, desde el patrullaje, la navegación terrestre y hasta la supervivencia.

En las fotos, nuestro paisano parecía que iba de día de campo, no para internarse en los montes; por tanto, no era necesaria su presencia (los soldados y policías ya hacían su labor y sólo reciben órdenes de sus comandantes), salvo para evidenciar que está en campaña… política. Por su meteórico ascenso en el Ejército (por sus logros deportivos), no está de más que se eche un clavado en la legislación militar para evitar transgredir alguna ley o reglamento, pues otros legisladores, estos sí de carrera (capitanes, almirantes y/o generales) han mantenido con discreción su estatus en la Armada o el Ejército.

Como cualquier ciudadano, Rommel tiene todo el derecho de aspirar a otro cargo. Al ser deportista destacado tiene mucha aceptación de la gente, son legítimos sus deseos de ser Alcalde de Mérida o gobernar el Estado, como dice es su sueño desde niño, pero debe hacer realidad lo que afirma: no ser un político de viejo cuño, más que una desventaja es una virtud. Ya veremos.

Anexo “1”

“Deportistas militares” (El Chino)

Juan Miranda, homónimo de aquel actor de cine de los años 60 y 70 del siglo pasado, era un marinero camarero. Chilango, bajito, callado, respetuoso, de hablar pausado, respetuoso, rostro con huellas de acné. Con su corte a “cepillo” y ojos rasgados, “El Chino” hacía honor a su apodo... y era un buen boxeador de peso pluma.

Vivía a bordo de nuestro guardacostas “Ponciano Arriaga”, de base en Mazatlán, y en sus ratos libres bajaba a la bodega de popa para dedicase a golpear el costal relleno de arena que él mismo confeccionó con lona de un toldo desahuciado y cosido con ayuda de algún contramaestre del barco. Hacía repetidas abdominales sostenido desde la barandilla de estribor o babor, o escalaba a pulso algún fol (cable de acero) de la cruceta del barco. Se las ingeniaba para mantenerse en forma. En puerto, Miranda hacía condición física corriendo grandes distancias en los muelles o en la playa. Logró buenos lugares en dos Juegos Deportivos que la Marina organizó en la década de los 70, cuando sólo les proporcionaban el pasaje para ir al lugar sede, uno de ellos fue Acapulco.

Como “El Chino”, había varios marinos deportistas natos, forjados ellos mismos, no como ahora que los que representan al Ejército o la Armada son “becados” no pasan lista en los cuarteles, sólo se dedican a entrenar; muchos de ellos han obtenido medallas en campeonatos internacionales, Olimpiadas o Juegos Panamericanos; desde luego que son dignos de encomio.

Por ejemplo, según la Tabla de Haberes del Personal Militar (2019) de la “Remuneración a Deportistas Militares”, Rommel recibía cuando era subteniente más de 16,000 pesos mensuales (ahora rondan los 20 mil); Paola Longoria, que era sargento primero, casi 14,000, y Nuria Diosdado, como Cabo, más de 12, 400 pesos al mes.

Ojalá así hubiera sido antes, porque creo que “El Chino” hubiera hecho una buena carrera en el boxeo de haber accedido a los apoyos que tienen los deportistas desde hace algunos sexenios.

Lo más leído

skeleton





skeleton