Eufemismos y medias verdades

Daniel Uicab Alonzo: Eufemismos y medias verdades.

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Defina la RAE el término eufemismo como “manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante”. Antes, el eufemismo implicaba “buen gusto” al eliminar del habla voces groseras y escatológicas, atenuando o eliminando la tensión del discurso, lo malo es cuando su intención es ocultar o tergiversar la verdad, ya sea por motivos sociales, clasistas o intereses personales o de grupo, y en esto nuestra clase política es experta, incluso para crearlos.

Un símil de este uso “indebido” del eufemismo pueden ser dos hechos recientes que, por fortuna, no derivaron en tragedias: el descarrilamiento de un vagón del tren maya, cerca de la estación de Tixkokob el mes pasado, del que oficialmente se informó que “se salió de las vías”, y esta semana una lanzadora de dovelas, que pesa cerca de 800 toneladas, utilizadas en obras del Tren Interurbano, se desplomó en la Ciudad de México, pero un comunicado afirmó que “se deslizó a tierra”. Ambas expresiones fueron ampliamente criticadas en redes sociales e ilustradas con memes.

Y es que, como bien dice un autor, “frente a los principios básicos de la comunicación (sencillez, claridad, brevedad, sinceridad, honestidad…), algunos funcionarios se empeñan en ir en la dirección contraria (…) En lugar de apostar por la explicación detallada, la pedagogía, el contexto, la empatía, se opta por la oscuridad, la ocultación y la perversión del eufemismo” (https://www.lmdiaz.com).

Seguramente usted puede recordar otras expresiones con las que intentan minimizar, matizar, disimular o hacer ambiguo algo que, por lo general, tiende a ocultar algo más grave; y lo mismo ocurre en sentido inverso cuando se pretende maximizar algo nimio o trivial. “Lo grave es la utilización de eufemismos como armas de cambio social y, lamentablemente, de manipulación manifiesta”, señala Francisco Gallud Jardiel en un artículo sobre el tema.

Los periodistas contribuyen a esta práctica poco ética de los funcionarios y servidores públicos. Sin embargo, Alex Grijelmo dice que no son los primeros responsables de esta manipulación, sino sólo instrumentos, ya que usan términos inventados por políticos, economistas, sindicalistas, jueces y policías, bajo la supuesta objetividad de ser fiel a la cita.

Entre otras expresiones eufemísticas que se pueden encontrar en algunos medios podemos mencionar: se desligó de la vida (fallecido), envenenadores sociales (narcotraficantes), limpieza étnica (genocidio), inobservancia de la ley (delincuencia), delincuentes de cuello blanco (generalmente banqueros), sustraerse a la acción de la justicia (prófugo), faltar a la verdad (mentiroso), el vital líquido (¿sangre o agua?), choque hipovolémico (desangrado), hombre de color (negro), interrupción voluntaria del embarazo (aborto), daños colaterales (errores en un operativo), ajuste de precios (carestía), centro de readaptación social (cárceles), pueblos originarios (indígenas), senescentes (viejos), edad de oro (vejez), y un largo etcétera que parece sacado del Manual de Carreño.

Y de los políticos, varios eufemismos pretenden ponderarlos, pues se dice que son representantes del pueblo, hacen alianzas, suman esfuerzos, van de la mano de la gente, son avatares de la democracia, defensores del derecho, luchadores sociales, visionarios, adelantados a su tiempo, impulsores del progreso y lo que le sigue. Bastaría con que fueran claros y concisos en sus discursos y mensajes, y honestos, éticos y congruentes en su actuación. Sin eufemismos. 

Anexo “1”

Entre marineros

Y como “en donde quiera se cuecen habas”, en la Marina (y en general en las fuerzas armadas) no podían faltar estos eufemismos para atemperar una expresión y hacerla suave y decorosa, por ejemplo, los arrestos son “correctivos disciplinarios”; cuando un oficial no tiene cargo está “a disposición”; un elemento con incapacidad está “rebajado”; el flojo es llamado “coyote”; el que tiene permiso "está de comisión". No confundir con la terminología, que también es muy especial, por ejemplo, el “ranchero” es el marinero designado para ayudar a servir el rancho y limpiar el comedor; el “pañolero” es una especie de bodeguero, entre otros muchos vocablos.

Otras expresiones resultaban chistosas y hasta rayaban en el exceso de quedar bien, sobre todo con los mandos. Por ejemplo, si un comandante o jefe llegaba con resaca (crudo, pues) se decía que estaba “indispuesto”; si se pasaba de copas, “estaba alegre”; si dormía en horas de faenas, “descansaba”; si no llegaba a tiempo, “está por incorporarse”. Llegué a escuchar que un jefe de máquinas a bordo tenía “ligeras escoriaciones en los pies”, en realidad eran sabañones. Así era en aquellos tiempos…

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