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La semana pasada, el sector privado de México, Estados Unidos y Canadá organizó una mesa redonda con los gobiernos de la región para promover una postura unificada para terminar con la contaminación de plásticos, bajo un enfoque de desarrollo sostenible privilegiando la economía circular.

Esto se acordó en el marco del cuarto periodo de sesiones del Comité Intergubernamental de Negociación (INC-4), que se efectuó en Ottawa, Canadá, del 23 al 29 de abril pasado, y que, lamentablemente, fue poco difundido. Sin embargo, revela que poco se ha avanzado en la protección del medio ambiente, a pesar de que el mundo ya se percató que la contaminación (en todas sus variantes) es un problema si no se tomaban acciones concretas.

Recuerdo que, en el verano de 1973, al arribar a la Base Naval de Icacos, en Acapulco, nos recibió el ensordecedor ruido de los motogeneradores diésel del “Dragaminas 20”, atracado en el muelle; un poco menos intensos eran los del cañonero “Guanajuato”, del buque escolta “Cuitláhuac” y otros de la Fuerza Naval del Pacífico. Me pregunté cómo sobreviviría yo en un guardacostas con el incesante ruido de esos gigantes que dotaban de energía a esas casas flotantes. Por aquellos años no todos los buques podían acceder al “short line”, es decir, la electricidad desde el muelle para alimentar los servicios a bordo.

El tema del ruido de los barcos y, más importante aún, la contaminación marina, estaban previstos en el Acuerdo de Cooperación Ambiental suscrito en 1994 en paralelo al TLCAN y actualizado con el T-MEC, por México, Estados Unidos y Canadá, ahora como Comisión para la Cooperación Ambiental, donde se incluyen compromisos más rigurosos en esos temas.

En este contexto, la Armada de México informó recientemente que en los primeros 15 días del operativo para el combate al sargazo en Quintana Roo (del 2 al 15 de abril) se han recolectado 950 toneladas de esta alga que desde hace algunos años ha sido un dolor de cabeza en el Caribe mexicano. Los marinos se apoyan con cuatro barredoras y tractores, 22 embarcaciones menores, 11 buques sargaceros costeros y uno oceánico.

Esta no es una labor reciente encomendada a la Marina. En 1982 creó la Dirección de Protección al Medio Ambiente Marino (Promam), pero desde 1959 tenía una Comisión Técnica de Asuntos por Contaminación Aceitosa en Aguas Marina Nacionales. Entre las responsabilidades del personal de Promam en los puertos estaba precisamente evitar que los grandes buques petroleros (cuando Pemex era una gran empresa en su apogeo) vertieran combustibles al mar; los buques pesqueros (cuando también estaba en auge Productos Pesqueros Mexicanos -Propemex-), así como la contaminación por desechos en las bahías, muelles y otras zonas marítimas. Más de medio siglo después, parece que poco se ha avanzado.

Consideramos que no hacen falta acuerdos ni normas, nosotros podemos y debemos contribuir a la conservación de los ecosistemas y con ello ayudar al planeta si educamos a nuestros hijos para respetar y conservar la naturaleza, algo de capital importancia, es por un bien común, por nuestra casa. 

Anexo “1”

Del vidrio al plástico

En los años 70, el avituallamiento de los buques de la Marina incluía al menos una veintena de cajas de refrescos en botella de vidrio, dos exclusivas para el comandante y las demás se vendían en la “fayuca” (tiendita del barco), pero rápido se agotaban en un operativo de 30 días en altamar para una tripulación de un centenar de hombres en un guardacostas. Por ese entonces, algunos subíamos a bordo, de contrabando, refrescos, latas de atún, galletas y otras golosinas para mitigar el hambre en esa época en que el importe de las raciones no alcanzaba para un buen “rancho”.

No se había popularizado el refresco enlatado o en pet, apenas comenzaba a venderse la cerveza en lata. Tampoco se hablaba de separación de basura ni de reciclaje. Lo novedoso era lo desechable: cubiertos, vasos y platos de plástico o unicel, pañales, pañuelos, etc. Era la modernidad y lo que imponía la mercadotecnia: “úsese y tírese”. Hasta que nos alcanzó el desastre ecológico: mares de plásticos y desechos que tardan cientos de años en degradarse, además de la contaminación ambiental que ha provocado el cambio climático. Hace un par de años se lanzó una cruzada contra el popote de plástico, pero… se sigue utilizando. No hay que echar por la borda lo que se recomienda.

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