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Les comentaba la semana pasada que las fuerzas armadas son las dependencias mejor preparadas, tanto en personal como en infraestructura, equipo y medios para auxiliar de forma expedita a la población civil durante alguna emergencia, como ahora que estamos en época de ciclones en ambos litorales del país. En ese tenor, manifestaba la conveniencia de que el Sistema Nacional de Protección Civil fuera operado (en sus ámbitos de competencia) por el Ejército y la Armada. Pues bien, el número 538 (julio-agosto) de la Revista Militar Armas, que publica artículos relacionados con las tres fuerzas armadas del país y su contexto con la vida nacional, se publica un reportaje sobre el Centro de Monitoreo de Coordinación de Emergencias (CMCE) de la Sedena, el cual, cita en su encabezado: “Predice huracanes hasta con 120 horas de anticipación”.

“Con este Centro tenemos una mayor capacidad de respuesta, anteriormente hacíamos enlaces con otras organizaciones estatales o federales”, afirma el teniente coronel Ángel Wellester Mata Hernández, jefe de Grupo de Auxilio y Análisis de Riesgo. Se precisa que el CMCE, una subsección de Protección Civil del Estado Mayor de la Sedena, monitorea las 24 horas fenómenos hidrometeorológicos, geológicos y antropogénicos formados en territorio nacional, lo que permite crear alertas de eventos perturbadores y predecir huracanes con una anticipación desde 48 hasta 120 horas. Es una muestra de lo que ha avanzado en tecnología y equipamiento el Plan DN-III-E a casi seis décadas de su creación. Y en estos días de tormentas y aguaceros ahí han estado los soldados (y marinos) dando la batalla por la población afectada.

En los Acaecimientos del pasado viernes también comentaba que los mandos territoriales (Regiones y Zonas Militares) son los ejecutores. Pues bien, si sus capacidades de auxilio son superadas por el desastre –señala el reportaje–, la Sedena cuenta con la Fuerza de Apoyo para Casos de Desastre (FACD), creada en el 2000 y concentrada en el Campo Militar No.1 en alerta permanente, el cual le brinda al Plan DN-III-E la capacidad de acudir al lugar del incidente en menos de 24 horas; tiene recursos materiales, maquinaria y lo necesario para el restablecimiento de las actividades normales de la población, como se ha hecho en el puerto de Acapulco desde que lo golpeó el huracán “Otis” en octubre pasado, y actualmente en varios estados afectados por fenómenos naturales.

Más aún, el Centro de Monitoreo de Coordinación de Emergencias mantiene un enlace permanente con la Coordinación Nacional de Protección Civil y el Centro de Huracanes de Miami, Florida, que le facilita las imágenes satelitales para detectar zonas de inestabilidad y determinar la evolución de tormentas tropicales y huracanes, una valiosa información para saber cuándo, dónde y cómo y con qué medios actuar.

Y la Marina no se queda atrás. También cuenta con un Centro de Análisis y Pronóstico Meteorológico Marítimo (Capmar), que analiza las condiciones del océano y la atmósfera para elaborar pronósticos meteorológicos, bajo la Guía de los Servicios Meteorológicos Marinos de la Organización Meteorológica Mundial. El monitoreo se realiza con las Estaciones Meteorológicas Automáticas de Superficie (EMAS) de la Semar, en varios sitios, por ejemplo, en Quintana Roo: en Puerto Juárez, Cozumel, Puerto Aventuras, Mahahual y Banco Chinchorro.

Los productos que la Marina elabora y difunden diariamente son: Pronóstico especial meteorológico-oceanográfico para atención del sargazo, de la región de la Península de Yucatán; dos pronósticos meteorológicos rutinarios al día; avisos de temporal y avisos de ciclón tropical. La información meteorológica puede ser consultada en la página https://meteorologia.semar.gob.mx/.

Se confirma así que las fuerzas armadas mexicanas son las mejor preparadas para coordinar le protección civil en el país.

 Anexo “1”

¿Y la franquicia?

 Un compañero capitán en retiro de la Marina, que radica en Mazatlán, me comentaba que en el artículo de la semana pasada olvidé mencionar que cuando se activa el Plan Marina (lo mismo que el Plan DN-III-E), lo primero que se restringe es la franquicia del personal. De hecho, se pasa al acuartelamiento desde antes de un evento meteorológico –que es predecible– para poder entrar en acción en el momento que se ordene. Sólo se permite a los casados acudir a sus domicilios, asegurar a sus familiares y regresar para entrar en acción.

Recuerdo un caso como estos en febrero de 1976 (o 77), cuando regresaba nuestro Guardacostas de una operación “Bermejo”, por Baja California Sur, travesía que incluía los puertos del Mar de Cortés. Se nos había girado un “Anexo” para efectuar vigilancia en Isla Tiburón (Sonora), con lo cual la travesía de 15 días se prolongó más de un mes. Cerca de finalizar el operativo, se ordenó al comandante enfilar al puerto de Guaymas para resguardarse de un ciclón. Tres días después zarpó el buque a nuestra base en Mazatlán. Arribamos al atardecer y encontramos los estragos que dejó el meteoro. No hubo franquicia. Se prepararon equipos para comenzar a distribuir despensas y ayudar a la limpieza de calles y otras actividades en apoyo a la población, Así era antes. Así es ahora.

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