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El pasado lunes se publicaron en el Diario Oficial de la Federación reformas al Reglamento de la Ley de Educación Militar del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, en las que se contemplan sanciones a estudiantes (cadetes) que agredan a sus compañeros, particularmente en las novatadas. Entraron en vigor al día siguiente.

Reaccionó así la Sedena a los trágicos hechos ocurridos el pasado 20 de febrero, en los que siete reclutas de la Guardia Nacional perdieron la vida ahogados en una fuerte marejada en Ensenada, BC, por la “negligencia” –digámoslo de forma amable– de un mando del Centro de Adiestramiento “El Ciprés”. El general Luis Cresencio Sandoval dijo que la “novatada” era una hipótesis del caso. Hay al menos dos militares procesados.

Ahora, “realizar maltrato físico, de palabra, de hecho, o psicológico, a otras personas discentes (estudiantes), así como todas aquellas acciones que pongan en riesgo la integridad física o la salud de dichas personas” será motivo de baja del plantel militar. . Las modificaciones van más, pues “publicar, exponer, exhibir, distribuir, grabar o divulgar fotografías o imágenes en redes sociales de personal militar, dentro o fuera de instalaciones militares, uniformados, de civil o con prendas o accesorios del uniforme que contengan signos o señas inequívocas sobre su identidad castrense, o con contenido corporal, sexual, real o simulado que afecta, además de la disciplina militar, el prestigio o imagen de la institución educativa o de la Sedena”, también se sancionará con la baja, así como otras conductas inapropiadas.

Desde hace varios años, las “novatadas” –que también se practican en instituciones civiles– han sido restringidas, de tal forma que se evita llegar a extremos de poner en riesgo la integridad de los cadetes, al menos así es en la Armada, donde la tradición juega un papel importante, particularmente en la preparación de sus futuros mandos. Hace un par de meses visitamos la H. Escuela Naval, en Antón Lizardo, Veracruz, y constatamos la disciplina, respeto y formación de los cadetes (mujeres y varones), que se preparan para asumir el liderazgo en la Marina. Damos por hecho que así es en los planteles de la Sedena.

Al conocerse estas modificaciones, recordamos que hace un año comentamos sobre las novatadas y abusos exhibidos en la película “Heroico”, que levantó polémica, y señalamos: “tiende a exagerar eventos o situaciones, ya sean positivos o negativos, para atrapar al espectador. Sólo quienes han vivido esas experiencias y egresado de alguna carrera naval o militar pueden valorar todo lo que implica la formación, sui generis, en las escuelas y centros de capacitación militar”.

Sigo pensando igual, pero parece que aún hay militares que permiten denigrar, la fatiga extrema y el abuso de autoridad hacia el personal bajo sus órdenes, acciones que contravienen la legislación. Como ejemplo, el artículo 8 de la Ley de Disciplina de la Armada dice: “El ejercicio del mando debe ser firme, pero al mismo tiempo razonado […] y serán sancionados: I. Todo rigor innecesario y la imposición de sanción no determinada por las leyes o reglamentos. II. Las exigencias que sobrepasen las necesidades o conveniencias del servicio. III. En general, todo lo que constituye una extralimitación por parte del superior hacia sus subalternos”.

El rigor de la disciplina no está reñido con el respeto a la integridad y dignidad. Nada justifica poner en riesgo al personal.

Anexo “1”

“Agripino y los tatuajes”

Era cabo de cañón (artillero). Destacaba entre su grupo que efectuaba el Curso Preliminar (para ascender a maestres) en 1973 en el Centro de Capacitación de la Armada, en Veracruz. ¡Agripino!, le llamaba algún oficial-instructor, y éste corría velozmente a su encuentro, saludaba marcialmente y atendía las indicaciones.

Para nosotros, chamacos de entre 15 y 17 años que iniciábamos nuestra formación en la Escuela de Grumetes, en el mismo Centro, ver en las formaciones a Agripino Ramírez Uribe era todo un espectáculo: blanco, fornido, con bigote abundante, uniforme de mezclilla en dos tonos, birrete americano y, lo que más nos atraía: su tatuaje de la Virgen de Guadalupe en dos colores, en todo el antebrazo, no recuerdo si el izquierdo o derecho. Le hacíamos rueda cuando nos “atrapaba” al compartir sus anécdotas y aventuras en la Marina... y de “lo que nos esperaba” al llegar a bordo a nuestro primer barco una vez graduados de marineros.

Los tatuajes, característicos de la gente de mar, heredada de los antiguos navegantes, eran comunes por esos años, sobre todo anclas, sirenas, palmeras, barcos, nombres de puertos y hasta de los amores "en cada puerto". Luego surgieron los bicolores (por aquellos años, en Acapulco vimos a una chica que tenía un tatuaje de la Virgen que abarcaba toda la espalda).

Bueno, pues ahora las reformas al Reglamento que comentamos, también se sancionará con la baja “que el estudiante se realice tatuajes durante su permanencia en el plantel militar, cuando estos sean visibles con el uso del uniforme, cuando su dimensión sea superior a los 10 por 10 centímetros, y las imágenes sean ofensivas o de apología del delito”. 

Agripino no hubiera sido cadete.

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