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Me preocupan mis abuelos, me dijo una paciente. Su médico internista les ha dicho que ya no pueden ir a la playa porque sus pulmones les fallan, también me ha dicho que debido a que tienen mucha fragilidad en la piel ya no deben de estar caminando en los centros comerciales, es posible que se caigan y sangren mucho; también me ha explicado que debido a sus problemas en el corazón no deben de salir de viaje ni subirse a un avión. Además, añadió, se caen a cada rato y, por tanto, ya no los dejamos subir escaleras y les dijimos que tienen que usar silla de ruedas, pero, ¡doctor!, son muy tercos, no les importa lo que les decimos, quieren hacer su vida, tengo miedo que se vayan a morir en cualquier momento, ¿qué debo de hacer?

Estimado lector, debo admitir que me puse nervioso ante tal pregunta, pues no sabía si decirle lo que mi corazón quería gritarle o responder como un médico lo haría, así que, tras una pausa, respondí como el nieto que ama mucho a sus abuelos dejando que mi corazón resuene con las siguientes palabras:

Paciente, así como tú, también quisiera poder tener a mis abuelos por siempre, también quisiera que no les pase nada, me encantaría tener sus consejos para toda la vida, desearía poder seguir hablando por teléfono, visitándolos y riendo con ellos para siempre. También quisiera que mis hijos los conocieran y los pudieran amar tanto como yo lo hago, por todo el tiempo que lo he hecho. No sé qué haré el día que deje de leer en el celular que tengo una llamada de mi abuelo o no sé qué sentiré cuando ya mi abuelita no pueda contarme sus aventuras. Quisiera que mis abuelos sean eternos y, aunque sé que estarán siempre en mi corazón, físicamente algún día ya no será así, y justo por eso me queda disfrutarlos, amarlos y, por sobre todo, alegrarme por su felicidad.

Nuestros abuelitos merecen la oportunidad de decidir qué quieren hacer los últimos años de su vida y con ese amor que tenemos, no hay que restringirles esa felicidad, total, si algo pasa ocurrirá como tenía qué ocurrir algún día y mientras gozaban de alegría haciendo lo que más deseaban hacer.

Luego le conté de mis abuelos, unas personas extraordinarias, con una sabiduría impresionante, llenos de amor y energía, con los achaques naturales que los años les han dado, pero que no se rinden contra ellos, que siguen desafiando a cada amanecer, que nos enseñan que no importan los años, importa ser feliz y que esa felicidad se alcanza siendo amorosos y muy tercos.

Si aún gozas de la fortuna de tener a tus abuelitos en esta tierra, hoy es el mejor día para decirles cuánto los quieres y, si ya son tus ángeles de la guarda, estoy seguro que tu corazón que con amor palpita por ellos, se escuchará hasta los cielos. ¡Feliz día de los abuelos! 

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