Qué hacer con la culpa
David Ojeda Correa: Qué hacer con la culpa.
Una causa constante por que recibo visitas en el consultorio es la culpabilidad. Personas que sufren a causa de una acción que les cala el alma. Personas que dicen sentirse sin la capacidad de seguir viviendo por culpa de algo que hicieron o dejaron de hacer, personas por las que a diario pasa en su mente miedos, corajes, arrepentimiento y otras ideas intrusivas sobre aquello que hicieron mal y por lo cual no pueden dormir pensando en aquello que creen que debieron de hacer para evitar aquel acto que les duele. Personas que muchas veces no son culpables de nada, solamente sienten que lo son y otros que sí poseen una verdadera culpabilidad.
La vida es un cúmulo de accidentes, cosas que suceden basada muchas veces en acciones no planificadas. Pocos son quienes planifican una acción y muy pocos los que realmente ven realizado un suceso planeado tal y como lo habían pensado. Quienes generan un accidente somos nosotros, los actores de la vida, sin embargo esos accidentes, traducidos de otra manera como acciones, no buscan en la mayoría de los casos un mal final. Digo en la mayoría puesto que hay personas que conocen las consecuencias más seguras de una acción, pero aún así las cometen. La manera más sencilla de evitar sentir la culpa es entonces meditar una decisión antes de tomarla: si vendes drogas lo más probable es que no tengas una vida feliz. No tener la vida feliz es resultado asociado a la acción que cometimos ¿qué será lo que sucederá para tener esa vida no feliz? Bueno, eso será parte del accidente de la vida que nadie conoce. En pocas palabras, como ya lo he dicho antes, el destino no es lo que te va a pasar, es lo que vas a hacer que suceda.
Cuando el resultado de un accidente no es una consecuencia directa de tu acto, entonces no puede ser tu culpa. Pero si el resultado de tu acción sí es una consecuencia directa de tu acto, como por ejemplo un embarazo como suceso directo de tener relaciones sexuales o un accidente automovilístico como resultado de conducir en estado de ebriedad, viene entonces una culpabilidad si en tu corazón existe el arrepentimiento. Pero sentir esa inquietud no te hace mala persona, significa que eres una buena persona, un alma noble que sufre, una persona con valores y principios que, como todos los seres humanos, comete un error.
¿Quién no ha cometido una equivocación? Eso es lo que nos hace seres humanos. De hecho, Dios nos dio un regalo enorme, el más grande de todos, más grande incluso que la vida: el libre albedrío. Esa capacidad de ser libre en decidir qué hacer, cómo vivir. Nos regaló la capacidad de formarnos con o sin valores, la libertad incluso de decidir no creer en Él. Más valor tiene una persona arrepentida por un error que una persona que no ha cometido uno, pues el que verdaderamente se arrepiente de algo y siente una culpa tiene un aprendizaje verdadero y con ello la oportunidad de ser más grande. Hay personas que son culpables de algo y no se sienten arrepentidos, ese sí es un problema.
La culpa es entonces también una oportunidad. No se trata de regresar atrás el tiempo pues lo que pasó fue lo que tenía que pasar porque se toman las decisiones basadas en aquello que vives en ese momento, con las herramientas que tienes, con lo que estás sintiendo en ese instante. Mirar al pasado es juzgarte a ti mismo desde una visión que no podrías haberte juzgado antes.
No se trata de la culpa que sientes sino de qué vas a hacer con ella. El pasado no te define sino el presente. Las personas cambiamos, no eres la de antes así que puedes redefinir tu vida, tu mañana, cuando empieces hacer algo hoy.
Si eres culpable de algo, no lo olvides, eres una buena persona gracias a tu arrepentimiento y, lo bueno de estar abajo es que solamente te queda ir hacia arriba. Tus acciones te representan en el ahora.