Oppenheimer, la política en todas partes

Enrique Vera: Oppenheimer, la política en todas partes.

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Un tanto eclipsada por el lanzamiento simultaneo de “Barbie”, se ha estrenado “Oppenheimer”, la nueva película del connotado constructor de castillos de naipes Christopher Nolan. ¿Es buena, mala y/o regular la nueva apuesta del cineasta británico-estadounidense?

Es innegable la capacidad de Nolan para generar material de sobremesa con sus intrincadas historias y para aglutinar un nicho naíf que se piensa experta en cinematografía. Los devotos de Nolan y Tarantino son igual de insoportables y no son tan interesantes como sus películas. Es así.

Nolan propone grandes acertijos en sus historias que casi siempre no logra resolver o termina resolviendo de manera facilona. En “Inception” arma un laberinto sin salida. En “Interstellar” propone una arriesgada propuesta de viajes en el tiempo para terminar diciéndonos que lo que trasciende en el universo es el amor -¡Ay, ajá!-. En “Tenet”, lo mismo: todo el conflicto se sostiene a partir de un marido celoso. Las mujeres en las películas de Christopher Nolan son simples disparadores de la conducta de sus protagonistas. En “Tenet” no es la excepción. El amor es una coartada en el cine de Nolan.

Pero sin duda, el elemento fundamental en el cine de Nolan es la mirada individualista, despolitizadora y conservadora de su propuesta narrativa. En “Batman: The Dark Night Rises”, Bruce Wayne le hace la guerra a los pobres mientras la supuesta gente de bien -sobre todo la policía- está en su casa o secuestrada. Los personajes de Nolan siempre están encerrados en sí mismos lidiando con sus elucubraciones oníricas, tormentos y angustias personales, muy alejados de su contexto real. En “Oppenheimer”, la protagonista lidia con una especie de visiones.

¿Qué impulsó al denominado padre de la bomba atómica a realizar sus acciones? ¿Qué factores influyeron para que EUA terminará atacando Hiroshima y Nagasaki? En “Oppenheimer” todo arranca a partir de una suerte de visión personalísima, donde la política y el contexto quedan de lado, dejando fuera preguntas de largo aliento de la historia: ¿Era necesario utilizar la bomba contra Japón con Alemania rendida? ¿Fue este suceso el primer acto de fuerza de Estados Unidos en la Guerra Fría? ¿La creación de la bomba generó una paz disuasoria ante la posibilidad de su uso? ¿Le quitó el velo de inocencia al ser humano mostrando su lado más cruel y miserable? Todas estas consideraciones se pierden en una apuesta visual cautivadora.

El cine, las series de televisión, están impregnadas de discurso político, en tanto que quienes escriben sus historias viven en una sociedad, sus ideas y sus valores. Los productos culturales: las películas, las series son grandes creadoras de subjetividad, ya que tienen la capacidad de moldear comportamientos, actitudes y estilos de vida. Buena parte de nuestra educación sentimental proviene del cine, la música, la televisión. Aprendimos del amor viendo muchas películas de amor.

Desentrañar el discurso de todo producto cultural es un gusto y un vicio igual de legítimo que jugar a la consola, hacer deporte o ir de copas. Eso sí, a veces con todo y sus consecuencias. “¡Carajo Enrique, tú y tus cosas. Yo sólo vine a ver la película!”...

Lo más leído

skeleton





skeleton