“Poor Things” y la incomodidad en la crítica

Enrique Vera: “Poor Things” y la incomodidad en la crítica.

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“Poor Things”, obra del cineasta griego Yorgos Lanthimos, ha generado toda clase de reacciones tras su estreno. Si bien el film ha recibido el aval de la crítica especializada con grandes nominaciones en la temporada de premios de la industria es pertinente preguntarse, ¿es la obra de Lanthimos un prodigio del cine o una simple fetichización de lo femenino, un embuste desde la mirada masculina de su creador?

En primer lugar, habría que decir que las nominaciones a los grandes premios (Globos de Oro, Bafts, SAGs o Oscares) no significan certeza de nada. Muchas veces –o casi siempre-, tanto las nominaciones como los eventuales premios responden a intereses corporativos, publicitarios, incluso políticos, que nada tienen que ver con las películas. En los últimos tiempos, los jurados de los premios (sindicatos de actores y actrices, academias, crítica especializada) se han caracterizado por una corrección política impostada que busca resarcir los daños del pasado en temas de discriminación, pero que sólo ha conseguido la deslegitimación de los mismos premios. Las nominaciones son un indicador, un termómetro de la crítica. Y nada más. Como en la vida, como en las entregas de premios, no siempre gana el mejor.

Pero vayamos al asunto. Bella Baxter, la protagonista del film interpretado magistralmente por Emma Stone -en eso no hay discusión-, es una suerte de Frankenstein mujer que tras suicidarse y resucitar mediante el trasplante de cerebro de su hijo no nacido, irá descubriendo el mundo; una mujer con mentalidad de niña que como Ulises emprenderá una odisea por los grandes dramas de la condición humana: el sexo, las convenciones sociales, el amor, la filosofía, el machismo, la desigualdad, la maldad, la prostitución, la libertad, la justicia y la muerte, etc. En la cinta, los dilemas éticos del Frankenstein de Mary Shelley -¿cómo se puede escribir una obra magistral con 18 años?- se entrelazan con la liberación de la mujer. Pero, ¿puede un director, hombre, ejercer una crítica sobre temas que afectan a la mujer?, ¿afecta esto la calidad del film?

Los grandes diseños de producción, la fotografía, el vestuario y banda sonora de “Poor Things” son un pretexto para realizar una crítica profunda sobre los clichés y las fantasías masculinas. La hipersexualización de Bella Baxter -argumento principal de los detractores de la película- está justificada, ya que precisamente establece una sátira del imaginario masculino: una mujer sexualizada con mentalidad infantil; una mujer disponible sexualmente, pero sin capacidad de tomar decisiones por su propia cuenta.

Es así que la mirada de Lanthimos (masculina) no es un impedimento para ejercer una crítica a lo masculino ni debería serlo. Como bien dice Daniel Bernable, en su ensayo La Trampa de la Diversidad: “Que los hombres tienen la tendencia de imponer sus opiniones, entre ellos y a las mujeres, es algo que suele suceder”.

Cierta crítica feminista (englobar a todo el feminismo es un exceso injusto) denosta la película con una premisa que es justamente lo contrario: la hipersexualización de Bella no es una apuesta sino una sátira en sí misma.

“Poor Things” es una gran apuesta estética con una narrativa, que si bien no descubre el hilo negro, logra su cometido con solvencia: poner en cuestión la moral y certezas de nuestro tiempo. Al final el cine, como cualquier forma de arte no es bueno ni malo – salvo lo que decida yo, claro está-. Es interesante o no lo es.

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